El 1 de enero del ya lejano 1906 circuló en el pequeño Quito de la época un diario que se anunció como independiente y, al grito de EL COMERCIO se vendió por unas horas.
Se tuvo que suspender la venta porque se anunció que el general Eloy Alfaro había sido proclamado Jefe Supremo en Riobamba y avanzaba hacia la capital. Los jóvenes fundadores -César y Carlos Mantilla Jácome- tuvieron que esperar un mes para lanzar el número 2. “Ya tenemos un Diario independiente, ahora necesitamos un banco”, dijeron los quiteños, cansados de los semanarios políticos conservadores y liberales.
Un español residente en Guayaquil, Manuel Antonio Luzarraga, hizo plata y fundó en 1859 el primer banco del Ecuador. Quito tuvo su primer banco en 1868, cuando ya funcionaban cuatro porteños. Con el escaso respaldo de 100 000 pesos el Banco de Quito desfalleció pronto, en 1885. En 1880 se inauguró en la capital el Banco La Unión, con 300 000 pesos, encabezado por el Jefe Supremo, general Ignacio de Veintemilla. Murió poco gloriosamente en 1895, precisamente cuando un banco guayaquileño que sería famoso y luego perseguido, el Comercial y Agrícola, daba sus primeros pasos.
Quito, pues, se quedó durante 11 largos años sin bancos. Por eso el clamor en 1906 cuando apareció EL COMERCIO y publicó reiteradamente que la capital necesitaba un banco de verdad y no solo una sucursal del Comercial y Agrícola de Guayaquil.
Pronto hubo una respuesta. Se reunieron los agricultores y comerciantes quiteños -mejor dicho serranos- y resolvieron fundar un banco y terminar con el ‘Colchón Bank’. Realmente no eran tan platudos como los guayaquileños, que manejaban las ventas de cacao al exterior, y resolvieron iniciar sus labores con solo 600 000 sucres. Reunieron 450 000 y el hombre más rico de Quito, Manuel Jijón Larrea, padre del primer alcalde, Jacinto Jijón Caamaño, tuvo que poner 150 000.
Así nació, el 11 de abril de 1906, el Banco del Pichincha. Eloy Alfaro aplaudió la jornada. Quería congratularse con los quiteños. El nuevo banco fue un aporte para Quito, vivió muchos días gratos y algunos malos momentos. La historia del Banco del Pichincha rememora de manera especial al gerente, doctor Alberto Acosta Soberón. Carchense, llegó para enfrentar y superar una crisis y permaneció en la gerencia desde 1928 hasta 1972. Su obra no fue material. Lo que más pesó fue la justa fama de su honestidad absoluta, lo mismo que sucedió -también por más de 30 años- con su hijo Jaime Acosta Velasco, banquero recordado.
El actual presidente del banco, Antonio Acosta Espinosa, quien ingresó hace 52 años, anotó en un programa radial -con el respaldo del mayor accionista, Fidel Egas- que el país y los bancos viven una época muy difícil pero, contando con la comprensión del presidente Correa y con el aporte del sistema bancario -que hoy esta sólidamente unido para cumplir con su deber- esperan salir adelante.
Los ecuatorianos siguen con expectativa la respuesta bancaria y la actitud oficial.
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