Teddy y más perritos abusados sexualmente pierden las ganas de luchar. Los animalitos que sufren abuso sexual enfrentan un trauma profundo que puede manifestarse de diversas maneras.
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Hay secuelas físicas, pero también psicológicas
A menudo, estos seres vivos presentan lesiones físicas graves, como desgarros anales y vaginales, hemorragias, y en algunos casos, incluso heridas por objetos extraños insertados en sus cuerpos.
Además del daño físico, el abuso sexual causa un impacto emocional significativo.
Esto puede llevar a comportamientos anormales, como ansiedad, miedo excesivo a los humanos y, en algunos casos, agresión como respuesta al estrés y el dolor.
Teddy y más perritos abusados sexualmente pierden las ganas de vivir
Cuando son víctimas de esos actos aberrantes, ellos solo dejan de luchar; se le conoce como desesperanza aprendida, similar a la depresión en los seres humanos, explica Graciela Estrada, médico veterinaria, con un diplomado en etología y bienestar aplicados.
Para llegar a ese estado, ellos ya soportaron otro tipo de maltrato. Los perros que, por ejemplo, son golpeados, actúan diferente: intentan defenderse, buscar escapar.
¿Un perrito abusado sexualmente puede recuperar las ganas de vivir?
La respuesta es sí, pero tomará tiempo. ¿Cuánto? Dependerá de la edad del perro y del tiempo que sufrió el abuso. En su recuperación también influye el carácter y el ambiente que rodea al animalito. “El tiempo de recuperación depende de muchos factores”, afirma el etólogo clínico Santiago Prado.
El encargado de tratar a estos pacientes será un médico veterinario especializado, es decir, un etólogo clínico. Este experto también guiará a la persona que se anime a adoptar al can.
Estrada, también docente universitaria, adelanta que el compromiso es grande; el nuevo tutor tendrá que dedicarle tiempo para, con juegos y amor, ganarse su confianza.
“La adopción no debe ser por lastima; eso puede conllevar muchos más problemas. Es importante llevar todos los lineamientos de una adopción normal”, añade Prado.