La noche del pasado 30 de noviembre de 2024, tres mujeres, a bordo de un vehículo, fueron testigos de un caso de maltrato animal. El triste hecho ocurrió en Calderón.
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Las mujeres -desde su auto- observaron como un hombre abandonó a sus dos perros; la persona, que se movilizaba en un taxi, se deshizo de los peluditos y huyó.
El comportamiento de ese hombre indignó a las mujeres e inmediatamente emprendieron una ‘persecución’ para llamar la atención del infractor. Finalmente, cuando el taxi se detuvo y el hombre se puso de pie, las mujeres cuestionaron su proceder y advirtieron que lo denunciarían.
¿Qué pasará con el hombre que abandonó a sus perros en Calderón?
El video -compartido en las redes sociales de EL COMERCIO– se viralizó y la Unidad de Bienestar Animal dijo que tomaría acciones.
Han pasado casi tres días y desde la UBA dijeron que “lamentablemente, no hay mucho que se pueda hacer por el momento, pero se analizará toda la evidencia disponible para tomar una decisión adecuada”.
Quito sanciona el abandono de animales
La Ordenanza Metropolitana es clara; recibirá una multa de USD 4 600 la persona que abandone animales en lugares públicos o privados, en áreas urbanas o rurales, tales como centros de atención veterinaria, peluquerías y hoteles caninos, entre otros, así como en las reservas naturales del Distrito Metropolitano de Quito.
El abandono lastima a los animales
El abandono de animales por parte de sus tutores puede causarles graves daños físicos y emocionales. En primer lugar, los peluditos abandonados enfrentan riesgos inmediatos de malnutrición, enfermedades y accidentes.
Al no contar con el cuidado adecuado, su salud se ve seriamente comprometida, lo que puede llevar a infecciones, desnutrición severa y lesiones por no estar bajo la protección de su dueño. La exposición constante a condiciones adversas, como el clima, el tráfico o la falta de acceso a agua y alimentos, agrava su sufrimiento.
Además del daño físico, el abandono genera un impacto profundo en el bienestar emocional de los perros. Estos animales, que dependen de la compañía y el cuidado de sus tutores, experimentan altos niveles de ansiedad, miedo y estrés.
La pérdida repentina de su figura de apego puede generar trastornos de comportamiento, como la agresividad o la depresión.
Los perros son seres sociales que necesitan la interacción humana para sentirse seguros y protegidos, y el abandono puede dejarlos con secuelas emocionales que, en muchos casos, requieren un largo proceso de rehabilitación.