Los fanáticos de Call of Duty han seguido la serie desde su creación en el 2003. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Las posiciones ya fueron definidas. El capitán ha dado la orden de defender la bandera a toda costa. En medio de gritos, los disparadores se cubren las espaldas para avanzar en su ruta. El objetivo: acabar con el enemigo.
Entre ametralladoras y granadas, Call of Duty ha creado una sólida comunidad de ‘gamers’ en Guayaquil, un clan que va más allá de simples partidas.
“Nos unimos hace 13 años, cuando apareció la primera versión. Algunos jugadores eran solo unos chicos de colegio y ahora son profesionales”, cuenta Juan Andrés Egred, conocido en el mundo de los ‘gamers’ por su ‘nick’: Blaster.
Él es uno de los capitanes insignia, uno de los campeones de la vieja escuela de los videojuegos. Es parte del clan COD_UO PC, también conocido como el ‘Batallón de castigo’, que llegó a reunir a más de 100 jugadores en el país. Hoy agrupa a unos 50 y se volvieron a encontrar a inicios de este mes, en el torneo Sénior de Call of Duty, durante el GameFest 2016 en Guayaquil.
Cientos de jugadores asistieron al GameFest 2016 en el Centro de Convenciones Simón Bolívar. El premio para los ganadores participantes fue de USD 2000. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Una pantalla gigante proyectó las estrategias de cada equipo. Los estallidos y ensordecedores disparos mantenían en tensión a los seguidores de este videojuego, que surgió en el 2003. Inicialmente fue ambientado en la Segunda Guerra Mundial y se desarrolló para PC.
Con el paso del tiempo evolucionó, cambiando de episodios y mecanismos. Saltó de la computadora a las videoconsolas y aterrizó en la Guerra Fría y en escenarios ficticios de una tercera guerra mundial.
En total, suma siete versiones y la más reciente se lanzó en este mes. En Call of Duty: Infinite Warfare, la guerra estalla en el espacio. La misión es defender a la humanidad de un ataque extraterrestre.
Video: Youtube / Canal: Call of Duty
Pero Blaster y la vieja guardia de Call of Duty prefieren el antiguo modelo. “Tiene menos gráficas y eso hace más fluido el juego”, dice Aarón Bravo o Maverick, quien tenía 16 años cuando empezó a jugarlo.
Usualmente, cada partida toma unos 30 minutos. Dos equipos, con cinco integrantes cada uno, se enfrentan a muerte para sumar puntos. ‘¡Va por la izquierda!’, ‘¡muévete!’, ‘¡protejan la bandera!’ Estar comunicados es clave para no caer -o morir por unos cinco segundos hasta resucitar en la batalla-.
En la primera versión, los protagonistas son las tropas alemanas y estadounidenses. José Morán, del clan BKC, recuerda que Call of Duty apareció poco después de la película ‘Salvando al soldado Ryan’ (1998). “En definitiva, un juego es mucho mejor que la película, porque lo vives”.
Habilidad, reflejos, velocidad de respuesta y pasión. Para Tobías Vera, o Rojos, esas son las cualidades de un buen ‘gamer’.
Y Raziel (Olmedo Miranda) agrega una buena dosis de entrenamiento. Con su equipo, Victorious Clan, practica cada semana. “Nos reunimos los viernes y sábados, por el trabajo. Ensayamos en un ‘cyber’, en minitorneos, hasta que llega el día de la gran competencia”.
En el GameFest compitieron nueve clanes. KkC y su capitán Budweiser (Henry Izurieta) se llevaron la victoria, como en los últimos siete torneos. Empezaron a jugar en el 2005, cuando estaban en el colegio.
Así que a más de disparos, Call of Duty les ha dejado una sólida amistad. “Todos los clanes tenemos una amistad única desde hace más de 10 años. No nos vemos todos los días pero cuando estamos listos, aparecemos todos”.