Los estragos al jugar en los 2 850 metros de altitud de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los estragos al jugar en los 2 850 metros de altitud de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los estragos al jugar en los 2 850 metros de altitud de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Imagen con un tanque de oxígeno en el estadio Rodrigo Paz Delgado. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los estragos al jugar en los 2 850 metros de altitud de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los estragos al jugar en los 2 850 metros de altitud de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los estragos al jugar en los 2 850 metros de altitud de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Camerino visitante del estadio Rodrigo Paz Delgado. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Camerino del estadio Olímpico Atahualpa. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los estragos al jugar en los 2 850 metros de altitud de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Uno de los expertos más conocedores del tema altitud es el preparador físico ecuatoriano César Benalcázar, quien ha estudiado en el extranjero y es un académico del tema. El experto guió a selecciones como Brasil en un plan de adaptación sin que los efectos influyan en el rendimiento deportivo. El ‘capi’ Benalcázar, como es conocido en el ámbito futbolero, admite que no es lo más recomendable llegar así porque al tercer día siempre los estragos serán más fuertes.