La segunda vuelta presidencial de 2025 registró un aumento notable en la participación, con alrededor de 152 mil votantes adicionales respecto a la primera vuelta, algo que no había ocurrido en los procesos electorales con tanto margen de diferencia. Ese incremento no se debió únicamente a los votantes obligatorios, sino a la activación de sectores que tienen derecho al sufragio de forma voluntaria.
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En este grupo se encuentran los jóvenes de entre 16 y 18 años, los adultos mayores, las personas con discapacidad y los ciudadanos sin sentencia ejecutoriada. Su participación alteró los cálculos previos e incidió directamente en el desenlace electoral.
Expertos en comunicación política y análisis digital coinciden en que esta movilización respondió a factores más profundos que las campañas tradicionales. La polarización, la memoria histórica, la saturación de mensajes digitales y la percepción de un momento decisivo activaron a estos votantes.
Ni Daniel Noboa ni Luisa González diseñaron estrategias exclusivas para este segmento, pero sus decisiones comunicacionales, sumadas al contexto político, provocaron una respuesta ciudadana fuerte. El voto facultativo dejó de ser un fenómeno anecdótico y pasó a formar parte del centro del escenario político.
La polarización impulsó el voto voluntario en la segunda vuelta 2025
Sofía Guerrero, analista de comunicación política, señala que la fuerte polarización electoral generó un ambiente donde cada votante sintió que debía tomar partido. La diferencia de visiones entre Noboa y González motivó a los electores facultativos a intervenir en la elección con un criterio definido.
Según Guerrero, muchos votaron con la idea de evitar un modelo económico que consideraban riesgoso o de respaldar la continuidad de un proyecto que ofrecía orden. La decisión se tomó desde la percepción de que estaban en juego dos caminos claramente diferenciados para el país.
Guerrero explica que, en el caso de los adultos mayores, influyó de manera directa el discurso económico de la candidata correísta. Las referencias a posibles reformas monetarias, así como la cercanía con figuras como Nicolás Maduro, activaron la memoria de crisis pasadas.
Ese sector, al haber vivido el colapso previo a la dolarización, reaccionó con mayor rapidez ante la posibilidad de un cambio de sistema. Esa respuesta no fue inducida desde las campañas, sino motivada por la experiencia vivida por ese grupo etario.
El ausentismo electoral disminuyó entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2025 en Ecuador. El 9 de febrero, durante la primera jornada, 2 467 705 personas no acudieron a las urnas. Para la segunda vuelta, celebrada el 13 de abril, el número de ausentes bajó a 2 315 699, lo que representa una reducción de más de 150 000 ciudadanos.
Medios tradicionales y redes reforzaron la participación
Para Guerrero, otro factor que empujó al voto facultativo fue el uso de medios tradicionales con rostros de alta credibilidad. Ella menciona como ejemplo a Alfonso Espinosa de los Monteros, cuya imagen fue utilizada para motivar a los adultos mayores a acudir a las urnas.
A su juicio, ese tipo de comunicación, basada en la confianza intergeneracional, logró conectar mejor que la propaganda partidista. Además, en redes sociales también se generaron campañas dirigidas a los adolescentes, especialmente en TikTok, Instagram y YouTube.
Las temáticas abordadas en esos espacios digitales fueron pensiones, salud, empleo joven y defensa de la dolarización, según detalla Guerrero. La claridad de las propuestas también ayudó: papeletas más simples y mensajes directos facilitaron la decisión.
La percepción de que el resultado podía depender de un voto individual generó una motivación extra. Para los votantes voluntarios, la elección dejó de ser lejana y se convirtió en una oportunidad concreta de incidir.
Publicidad política digital y rechazo juvenil
Alondra Enríquez, consultora político-digital, destaca que la saturación de publicidad en plataformas digitales fue clave para activar a los votantes jóvenes. Ella sostiene que los adolescentes reaccionaron no por atracción, sino por rechazo a la invasión de sus espacios digitales.
La constante exposición a anuncios en YouTube, videojuegos y redes generó una postura crítica, especialmente frente a la candidatura de González. El efecto fue contrario al esperado: la sobreexposición motivó una respuesta defensiva y de oposición.
Enríquez considera que los adolescentes acudieron a las urnas desde una lógica emocional, no partidista. Al sentirse invadidos, transformaron su voto en una declaración de inconformidad.
Además, la confrontación constante entre las dos candidaturas en redes sociales exacerbó ese malestar. Aunque este grupo no fue prioritario para los estrategas de campaña, terminó siendo uno de los más activos en la jornada electoral.
La movilización de adultos mayores fue ciudadana
Según Enríquez, la movilización de los adultos mayores no respondió a estructuras partidarias, sino a una convicción generada desde el tejido social. Este grupo se activó con la pregunta: ¿qué país dejarán a sus nietos? Esa reflexión, más que cualquier mensaje propagandístico, motivó su participación.
Para ellos, votar significó defender una idea de estabilidad construida a lo largo de décadas.
Enríquez aclara que ni Noboa ni González dirigieron mensajes concretos a este grupo, pero su activación fue evidente. A través de redes comunitarias, medios tradicionales y figuras públicas, los adultos mayores definieron sus prioridades.
Alfonso Espinosa de los Monteros y Carlos Vera fueron parte de ese proceso de articulación ciudadana. El voto de este sector, señala Enríquez, tuvo un carácter más estructurado y consciente que el de otros segmentos.
Jóvenes y adultos mayores coincidieron en el resultado
Entre marzo y abril, Enríquez detectó que la campaña de Noboa logró conectar con adolescentes sin hablarles directamente. Ella afirma que su estilo comunicacional, con humor, brevedad y estética digital, coincidió con los códigos de la generación centennial.
Según sus datos, el 24% de la audiencia digital de Noboa tenía menos de 18 años durante los días previos a la elección. Esa afinidad, aunque no planificada, se tradujo en votos.
Al mismo tiempo, el respaldo al candidato por parte de los adultos mayores se consolidó de manera orgánica. Enríquez remarca que no fue una campaña estructurada, sino una suma de acciones ciudadanas en defensa de la estabilidad.
Ambos grupos terminaron convergiendo en un resultado común, pese a sus diferencias generacionales. El desenlace mostró que el triunfo se alcanza al sumar fuerzas diversas con un mismo objetivo político.