En vísperas del silencio electoral, el voto joven en Ecuador vuelve al centro del debate. Políticos, analistas y estrategas apelan a su influencia, pero ¿qué tan determinante es realmente este segmento en el padrón ecuatoriano?
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Un padrón electoral de jóvenes, pero con ausentismo
Más del 30% del electorado en Ecuador está compuesto por ciudadanos entre los 18 y 30 años. La cifra, por sí sola, sugiere un peso relevante del voto joven en Ecuador. Sin embargo, los especialistas advierten que su impacto no puede asumirse sin matices.
Simón Pachano, politólogo y docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), señala que el ausentismo entre los votantes de 16 a 18 años, cuyo voto es voluntario, es “relativamente alto”. Según el experto, se trata de un grupo que suele mostrar menos motivación para acudir a las urnas, y cuya participación real es menor a lo que los números del padrón podrían sugerir.
A esta advertencia se suma la observación de Santiago Basabe, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, quien recuerda que muchos adolescentes que cumplen 16 años no están empadronados. “No hay mucha claridad sobre cuántos son ni hacia dónde va ese voto. Ni siquiera hay un padrón limpio de ese grupo”, subraya.
¿Una sola juventud política? No existe tal cosa
La generalización del “voto joven” en Ecuador como bloque homogéneo es otro error frecuente. Para Pachano, no se puede hablar de un solo comportamiento electoral. “Los votos de los jóvenes son tan diversos como los del resto de la población”, afirma. Las diferencias entre regiones —como Costa y Sierra, por ejemplo— son profundas y responden a realidades sociales, culturales y económicas.
Incluso, añade, la violencia y el crimen organizado en la Costa han modificado las prioridades de algunos jóvenes votantes. “Antes buscaban soluciones para sus familias; ahora pueden pensar más pragmáticamente: con quién puedo delinquir mejor”, afirma, en alusión a los contextos dominados por bandas criminales.
Redes sociales: ¿una vía para todos o solo para el voto del joven?
Aunque las redes sociales son vistas como el canal natural para conectar con los jóvenes, ambos expertos coinciden en que no son exclusivas de ese grupo etario. “Gente de más de 50 años también se informa principalmente por redes”, señala Pachano. En ese sentido, el medio es común, pero el mensaje debe estar segmentado por grupo.
Basabe también cuestiona las conclusiones apresuradas sobre el poder del voto joven en Ecuador basadas en “likes” o reacciones digitales. “Son mediciones indirectas y especulativas, no hay datos empíricos que permitan saber con certeza hacia dónde va ese voto”, sostiene.
Segmentar el mensaje, no solo el canal
Ambos politólogos coinciden en que la estrategia no debe limitarse al formato para lograr el voto de los jóvenes en Ecuador. “El mensaje tiene que ser específico, no basta con salir en TikTok”, afirma Pachano. Un joven de Samborondón no tiene las mismas prioridades que uno de La Maná, ni un votante costeño que uno serrano.
Además, señala un ejemplo claro: un mensaje como la defensa del IESS y la dolarización puede movilizar a los adultos mayores, incluso a quienes no están obligados a votar. Lo mismo debería aplicarse para los jóvenes, con propuestas concretas que respondan a sus contextos.
Si bien los jóvenes representan una fracción significativa del padrón, Basabe recuerda que su influencia se infla más por percepción que por datos. “El problema es que ahora a cualquier analista le dan espacio. Hay mucho de conjetura, poco de evidencia”, critica.
Por eso, aunque sí se justifica diseñar campañas para captar su atención, también es necesario evitar sobrevaloraciones. “No sabemos con certeza ni cuántos votan ni cómo votan”, concluye.