Ser libre es sentir la vida plenamente como se siente el viento cuando golpea nuestra piel. La libertad es un bien de todos que no se negocia por nada ni con nadie.
Cuando realmente somos libres podemos hacer y decir lo que realmente sentimos, lo que sale de nuestro corazón y de nuestra mente. Por eso la libertad no tiene límite ni condiciones.
El pensamiento es un regalo divino que nos ayuda a discernir lo que es bueno y malo. Gracias a él somos ser distintos, diferenciarnos el uno de otro.
En el patinaje, la libertad se siente en los poros de la piel y en los huesos. Sentir que el aire te golpea la cara y que tus huesos vibran sobre la pista es una experiencia única que me emociona y me divierte al mismo tiempo.