La bonanza económica finalizó en la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), la crisis creció y los escándalos aumentaron –con dirigentes y funcionarios en prisión- cuando la justicia ecuatoriana investiga supuestos casos de lavado de activos.
La salida de Luis Chiriboga descomprimió un ambiente insostenible y a la vez abrió un espacio para la incertidumbre. ¿Será que el nuevo presidente, Carlos Villacís, pueda cambiar el chip de un directorio acostumbrado a un modelo dictatorial y sustentado en el clientelismo?
No es momento para los buenos propósitos o evaluaciones tardías. La actual crisis del fútbol exige medidas urgentes y radicales porque la imagen de la Ecuafútbol se encuentra deteriorada aunque cierta dirigencia trató de mirar a otro lado.
El dinero y los favores se agotaron mientras las deudas han colocado a los clubes contra la pared. Los tiempos se acortaron y la crisis no conoce gratitudes clientelares. Hay dos rutas: seguir como antes o buscar alternativas que devuelvan la confianza a una dirigencia golpeada por sus propios errores y una excesiva sumisión.
Es la oportunidad que tienen los directivos de los clubes para replantear otro estilo de dirigencia para el fútbol. Ojalá los cambios no sean coyunturales y más bien se entienda que hace falta un nuevo modelo, práctico, responsable y profesional.