Las secuelas de las conflictivas experiencias en el Mundial de Brasil obligaron al nuevo seleccionador emprender una tarea de reconciliación, individual y colectiva, al interior del equipo.
Nadie quiere repetir rompimientos de un grupo que supo mantener los códigos solidarios a lo largo de 12 años. Así que la dirigencia y el cuerpo técnico de la Selección no permitirán distracciones en el trabajo de los seleccionados.
El aspecto económico, el origen de los graves conflictos, quedó definido y no existirá la participación de los jugadores en negociaciones por alcanzar objetivos especiales.
Aún se recuerda la comisión tripartita de los seleccionados negociando con el Presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), Luis Chiriboga, los premios por llegar al Mundial de Brasil. Lo hacían un día antes de jugar con Uruguay el penúltimo encuentro de las eliminatorias 2014.
Gustavo Quinteros, fiel a su filosofía de vida, fue práctico y frontal para evitar que el delicado entorno de la Tri sea afectado por conflictos de intereses. Por ello prohibió que empresarios o auspiciantes permanezcan en los recintos donde trabaje la Selección. Tampoco se concederán –durante los períodos de convocatoria- permisos para que los seleccionados asistan a la producción de comerciales y tareas cercanas al marketing.
Cero distracciones. Menos farándula, más trabajo parecen ser la nueva brújula de esta Selección.
Medidas al parecer obvias para que los seleccionados queden aislados de la vorágine comercial que rodea a este negocio llamado fútbol. Sin embargo, estas obviedades no contempladas rompieron la sólida familia que fue la Tri antes del Mundial brasileño.
Nuevo mando. Nuevos aires. Parece que la coherencia retornó a la Tri. Qué buena noticia.