Morante de la Puebla bordó el toreo en la plaza Belmonte de Quito

Empaque, sello, pinturería y hondura, las claves del toreo de arte puro de Morante, en la foto, en un pase ayudado por bajo.

Empaque, sello, pinturería y hondura, las claves del toreo de arte puro de Morante, en la foto, en un pase ayudado por bajo.

Empaque, sello, pinturería y hondura, las claves del toreo de arte puro de Morante, en la foto, en un pase ayudado por bajo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Una vez más la magia y el arte se fundieron en el escenario recoleto de la pequeña plaza Belmonte, la que mantiene viva la llama de la afición en la capital del Ecuador.

Con una plaza llena de gente y con una pertinaz llovizna se celebró el ya clásico Festival Virgen Esperanza de Triana en su décima edición. Una vez más, también, la conjunción del arte y el sentimiento se ganaron el corazón de la gente.

Esta vez, y tras la procesión al son de la Salve Rociera, con la Virgen llevada en andas por los toreros, se escuchó un respetuoso minuto de silencio en homenaje y memoria del maestro José Mari Manzanares.

José Luis Cobo, responsable de la empresa Triana Ltda., empresario, ganadero, matador de toros y amigo personal del diestro fallecido, descubrió una placa en honor del gran ­torero alicantino.

Se lidiaron cuatro novillos toros de Rumiquincha, primero, (para rejones) y tercero, uno de Triana y uno de Huagrahuasi, de buen juego en general.

Los tres toreros y el rejoneador lucieron elegantes trajes cortos, como corresponde a una noche de gala torera.

Diego Ventura completó una magnífica actuación a lomos de la yegua castaña morcilla, Cigarrera, parando al buen novillo de Rumiquincha; brilló con quilates en el bayo Oro, en desplazamientos templados y buenas banderillas con cambios y cuarteos. El caballo tordo Morante dio la nota no solamente por su valor para ir al toro, y sus mordiscos ya conocidos, sino por permitir que Ventura toree, literalmente, al natural, con una muleta y desde la cabalgadura. En una suerte inédita que pronto bautizará el rejoneador.

Gran cierre de Diego Ventura con otro toro, Toronjo con tres rosas espectaculares y un par a dos manos que concluyeron la faena premiada con una oreja simbólica, que debieron ser dos, pero que el público se reservó de pedir con pañuelos, seguramente por la lluvia sostenida. El caballero luso-hispano paseó , con una rosa en mano, en la vuelta al ruedo muy aplaudida por la parroquia.

Cabe anotar que en Quito, no se matan los toros en público, tras el resultado de la consulta popular. Por el contrario en todas las otras plazas de toros del Ecuador se practican todos los tercios de la lidia de forma completa.

Y volvió Morante de la Puebla a Quito. Y la baraja de lances a la verónica, tanto en el recibo capotero como en el airoso quite, fueron de primor y arte puro. El novillo toro de Triana daba pelea y repetía, con especial nobleza por el lado derecho. Un faenón regaló De la Puebla al público de Quito.

Un trasteo de ritmo y temple, con sabor a torería antigua y con
forzados de pecho de remate, de arrebato. Los pases en redondo serán inolvidables, los ayudados por alto y por bajo ( como el de la foto que ilustra esta nota), y los kikirikí pusieron colofón sublime a una obra de arte y las dos orejas simbólicas fueron el preludio para una vuelta en medio de la alegría general de una afición subyugada por el arte.

Afanoso salió el torero ecuatoriano Mariano Cruz Ordóñez mostrando su clase con el capote en el toreo a la verónica. Con un buen ejemplar de la ganadería de Rumiquincha, el diestro riobambeño logró una faena pinturera, especialmente por el pitón derecho, con muy buenos momentos artísticos que el público aplaudió. El pitón izquierdo no era fácil, pero intentó Cruz Ordóñez y consiguió al final una serie vistosa. Oreja simbólica y vuelta al anillo celebrada.

Salió Alejandro Talavante con todo el ánimo de agradar en el cuarto, de Huagrahuasi, y el saludo capotero fue muy entonado con verónicas y chicuelinas sin solución de continuidad. El toro se fue a tablas pero la res se definió bien tras el buen puyazo y el diestro extremeño compuso un variado trasteo con pases de todas las marcas y momentos de torería cara, especialmente al natural, entre el entusiasmo general.

Talavante cortó dos orejas, y vuelta al redondel y completa así una buena actuación en plazas ecuatorianas este 2014.

El final de fiesta fue de sonoras ovaciones por el sentimiento derrochado por los toreros y el contento del público que salió agradecido, una vez más, por el muy hermoso festival. La gente se iba feliz con la memoria llena de arte y torería.

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