Los diestros Andrés Roca Rey y David Fandila ‘El Fandi’ salieron a hombros de los costaleros en Castellón. EFE
El diestro peruano Andrés Roca Rey cosechó el viernes un triunfo rotundo de tres orejas en la cuarta de feria de la Magdalena de Castellón y salió a hombros junto a David Fandila, ‘El Fandi’; que paseó un apéndice de cada toro de su lote.
Esta es la ficha del festejo: con lleno total en los tendidos se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, aceptablemente presentados y de juego desigual.
Los mejores fueron, el gran tercero, noble, bravo y repetidor; y el extraordinario quinto. Al primero le faltó raza y motor; blando fue el segundo; al cuarto le faltó clase; y descastado se mostró, el sexto.
David Fandila, ‘El Fandi’: oreja y oreja. José María Manzanares, ovación y oreja tras aviso. Andrés Roca Rey, dos orejas y oreja.
Al finalizar el festejo el torero peruano salió a hombros con el granadino.
Roca Rey es el fenómeno del momento. Se notó en el lleno que hubo en los tendidos, que por primera vez en la feria de este año abarrotaron el coso castellonense.
Pero después el peruano acreditó y justificó en el ruedo esa expectación que levanta.
Su primero fue un gran toro sobre todo por lo mucho que aguantó la exigente lidia de Roca Rey, valiente en lo fundamental y sorpresivo en las improvisaciones. El quite de largas y templadas gaoneras, toreros remates puso a todo el mundo de acuerdo y será de gran recordación.
Con la faena, el diestro limeño alcanzó una faena en la distancia corta, armoniosa y encajada por momentos al natural, y de mucha conexión gracias a las arrucinas, cambiados, circulares y otros alardes. La estocada cayó baja pero no fue óbice para las dos orejas que el diestro paseó entre ovaciones por el redondel.
Otra oreja más logró el torero peruano del descastado y remiso sexto, con el que Roca se metió literalmente entre los pitones y regaló un trasteo intenso de magnificos pasajes y de ese modo redondeó el triunfo de la tarde.
Otro triunfador en la tarde fue el ‘Fandi’, que cortó una oreja de cada toro de su lote por dos faenas de corte muy similar, donde la entrega y el dominio del capote y las banderillas son la huella de su toreo.
Variado con el capote, fiel a su estilo, calentó los tendidos con los palos para después acabar diseñando sendas labores de muleta tesoneras y basadas ambas en la mano derecha tanto a un primero de la corrida desrazado y venido a menos en el último y un quinto sin clase y más a la defensiva, y a los que mató con eficacia. En ambos toros una dominador toreo de rodillas se puso de manifiesto.
José Mari Manzanares, que reaparecía después de la intervención de espalda a la que fue sometido a primeros de mes, anduvo templado, con arte y elegancia y con cierto regusto ante un segundo al que le faltó raza y fortaleza.
El quinto fue otra cosa, un toro de muy buen son al que el alicantino cuajó una faena un punto intermitente, con algunos muletazos de bella factura y otros menos compactos, de ahí que, tras la estocada final, el premio quedara en singular.