Un grupo de chicos con distinta discapacidad aparece con sus padres en La Carolina. Foto: María Isabel Valarezo / El Comercio
No solo se trata de miles de personas corriendo, caminando o empujando una silla de ruedas con sus manos para alcanzar una meta.
Las carreras atléticas son también una terapia para personas de cualquier edad y condición. Son un momento para reír a pesar del cansancio y en el caso de las personas con discapacidad hasta para demostrar que pueden afrontar cualquier desafío.
El domingo 8 de junio, por segundo año consecutivo y gracias al apoyo de entidades públicas y privadas, más de mil personas serán parte de la carrera solidaria de 5 km que largará desde la av. 6 de Diciembre y Wilson a las 07:30.
Para María Auxiliadora Zurita es la oportunidad de intentar llegar a la meta en compañía de su hijo Joseph Rafael, un chico autista de 11 años. Ambos participaron el año pasado pero no llegaron al estadio Atahualpa porque él se cansó.
A las personas con autismo les molesta más el ruido y las aglomeraciones. A pesar de eso, la carrera es la oportunidad para socializar, pues esa es otra de las dificultades que se tiene con esta condición.
Madre e hijo tienen una vida social activa. Van al parque, al cine y además tienen el apoyo de la Fundación Anne Sullivan Ecuador (Fase), que cuenta con 10 niños con autismo que también estarán en la pedestre.
Solo presentarse en la carrera de 5 km, aunque no se llegue a la meta, es ya una victoria. Es lo que piensa María Hilda Suntaxi, madre de Nataly Ñacata.
La inquieta niña de 10 años sonreía y posaba como una modelo el sábado pasado, cuando se realizó la fotografía que acompaña a esta nota. Ella tiene síndrome de Down.
Nataly ha tenido problemas del corazón pero los médicos le han dicho que ya puede empezar a realizar actividad física moderada. Por eso estará con su madre en la línea de partida para caminar, sonreír e intentar llegar a la meta.