Rueda y su fracaso en proceso

Es increíble: cuatro años de trabajo arruinados porque no se puede detener un contragolpe. Cuatro años soñando con regresar al Mundial, con esperar el Himno Nacional y escuchar los primeros acordes que se inventó Neumane (algunos dicen que plagió, ¡bah!, da igual), con llenar el álbum de Panini, con la emoción de estar entre los grandes... ¡para que todo se derrumbe porque no se practicó lo suficiente cómo rayos detener un contraataque!

Todos sabían que los suizos ganaron la clasificación al Mundial a base de repliegue, aguante y contragolpe, con algo de pelota parada. Todos. Menos la Tricolor, que reprobó su gran examen en Brasilia y que arruinó el Día del Padre y también este lunes y todo el resto del Mundial. Reinaldo Rueda, al que ya habría que llamar extécnico de la Selección, porque no puede seguir después de esto, perdió el duelo con el estratega suizo (los cambios de ambos equipos marcaron la diferencia) y también con sus detractores, que siempre cuestionaron su jerarquía para el Mundial. Bueno, ya suma cuatro partidos sin ganar en el gran evento. Quizás ante Honduras por fin alcance el triunfo pero ya no le servirá de mucho.

Su explicación de que se perdió por un desorden en el final no convence, pues antes a Suiza se le anuló un gol legítimo y las sustituciones fueron determinantes en el destino de este encuentro. Incluso la alineación inicial merece un comentario, pues Gruezo no tenía la experiencia para este duelo. Ahí estaban Méndez o Minda y hasta Saritama, aunque alguna voz malvada también puede pronunciar el nombre de un tal Pedro Quiñónez.
Esto es un fracaso en proceso. La gran meta era pasar a cuartos de final. Repetir lo del 2006 era una vara aceptable.

Aunque quizás la culpa no es totalmente de Rueda sino de la realidad que le ha tocado atravesar en este país en que el fútbol de la Serie A camina hacia el despeñadero y que los pocos valores que están en el exterior no son precisamente cotejas de Tévez, Pirlo o Ibrahimovic. Rueda, viéndolo bien, ha logrado mucho con un puñado de jugadores, a los que hizo jugar bien en Quito, el único y verdadero requisito de Ecuador para clasificarse al Mundial.

Gracias, pero adiós.

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