Para contemplar Quito por encima de las nubes basta con llegar a los Pichinchas, desde donde se aprecia la ciudad y a otros colosos que se extienden por la cordillera de los Andes.
Quizás la manera más cómoda de iniciar la travesía sea a través del Teleférico, que permite subir de 2 950 a 4 050 metros en 15 minutos.
Una vez en Cruz Loma, y después de una miniaclimatación de unos 20 minutos, se puede emprender la fascinante caminata a la cima del Ruco Pichincha en solo unas horas.
Cuando se baja de las cabinas del Teleférico es conveniente ir al baño, tomar algo caliente o simplemente sentarse a reconocer, desde las alturas, las iglesias, los parques, las calles o el Centro Histórico.
De esa manera el cuerpo se acostumbrará al repentino cambio de altitud, lo que será beneficioso en el momento de emprender el camino.
Esa parada de aclimatación es obligatoria para los grupos que guía Joshua Jarrín, integrante de la Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña.
La travesía hacia la cumbre de Ruco se debe hacer con tranquilidad, a un ritmo que las personas del grupo puedan sostener sin agitarse. Así lo sugiere Ramiro Garrido, otro experimentado guía de montaña que se maravilla cada vez que llega a los Pichinchas, a pesar de que ha estado en sus cumbres decenas de veces.
Él también recomienda llevar una mochila con ropa adicional por si llueve. Incluso en los días despejados las posibilidades de lluvia son altas en el páramo donde abundan las chuquiraguas, el chocho de monte… Es mejor ir en el verano.
Es preferible también acudir en la mañana, para aprovechar el día. Ir desde el Teleférico hasta la cima y volover puede tomar entre cinco y siete horas. Por eso hay que tener un cierto nivel de resistencia física.
Al caminar por el sendero que lleva a la cumbre la contaminación ambiental no se siente y hasta el ruido de la ciudad parece desaparecer, pero momentáneamente. A lo largo del camino hay sectores en donde se escucha todavía, aunque muy leve, el sonido de los pitos, los buses, las sirenas…
En el páramo, entre pajonales, lo que más se escucha es el viento, el sonido del agua que baja desde lo más alto y el llamado de las aves, sobre todo de los curiquingues.
En un par de horas de caminata se llega al macizo rocoso del Ruco. Ahí hay dos opciones para la cumbre: la tradicional y la vía de las agujas, donde está el ‘camino de la muerte’.
Lo más recomendable es seguir el sendero, que bordea la formación de rocas hasta llegar al arenal que baja de la cima. Es un trayecto más largo, pero más seguro y fácil.
Los más experimentados prefieren ir por la vía de las agujas, con una escalada en roca que incluso un principiante puede hacerla siempre que vaya con un guía experimentado y una cuerda para asegurarse.
Sin experiencia en escalada y montañismo no se debe recorrer esta vía.
En la cima solo se puede sentir satisfacción. Luego vienen las fotos y la comida que sirve para recuperar fuerzas y emprender el camino de regreso.
Acuda temprano. Caminar a la cima y retornar a la estación del Teleférico puede tomar entre cinco y siete horas.
Lleve protector solar, gafas, guantes y gorra para protegerse porque en la altura el sol se siente con más intensidad.
En la mochila lleve también otra mudada de ropa, por si llueve. También comida, frutas, un celular y bebidas.
Los teléfonos celulares no tienen señal en gran parte del camino, por lo que es bueno apagarlos para no gastar batería.
Si alguno de los integrantes del grupo no puede respirar bien, es mejor detenerse hasta que se recupere.
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