Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), quien estuvo al frente durante dos décadas turbulentas marcadas por fuertes boicots políticos, sobornos y el énfasis en la comercialización del deporte, murió ayer a los 89 años.Samaranch, que fue designado presidente honorario del COI a perpetuidad cuando dejó la presidencia de la institución olímpica en el 2001, fue ingresado el pasado domingo en la clínica Quirón de Barcelona por una insuficiencia coronaria aguda. “Ha fallecido a consecuencia de una parada cardiorrespiratoria”, dijo el comunicado del hospital. Samaranch dirigió el COI con absoluta autoridad durante dos décadas, y la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona está considerada como su triunfo personal. “No encuentro palabras para expresar el desconsuelo de la familia olímpica”, dijo el actual presidente del COI, Jacques Rogge.“Hemos perdido a un gran hombre, un mentor y un amigo que dedicó su vida, larga y plena al olimpismo”, añadió. Los elogios hacia la destacada figura del ex atleta catalán, que había sufrido problemas cardíacos y había sido hospitalizado en varias ocasiones, llovieron desde todos los ámbitos del deporte español. “Hoy se ha ido un español universal que ha dejado un legado de deporte, un legado de valores, un legado de paz que difícilmente puede ser superado”, dijo el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco.Tenaz, ambicioso y extremadamente pragmático, Samaranch marcó la historia del deporte al llevar al COI por la senda de la comercialización, convirtiendo al olimpismo en un negocio. Abrió los Juegos a los deportistas profesionales como respuesta al ‘amateurismo’ del bloque de los países del Este. Con los mejores deportistas acudiendo a los Juegos, el interés de patrocinadores y de estaciones de TV llenó las arcas del olimpismo.Convencido de que sin su control personal las cosas no funcionaban, se enorgullecía especialmente de su lista de logros políticos. Algunos fueron la presencia simultánea de China y Taiwán en los Juegos, la reintroducción del concepto de ‘tregua olímpica’ y cierto deshielo en las relaciones entre las dos Coreas. Pero también tuvo momentos difíciles. Entre 1998 y 1999 se enfrentó al mayor escándalo de corrupción de la historia olímpica, aunque salió mejor parado de lo esperado tras reformar el organismo y poner fin a los viajes indiscriminados de miembros a ciudades candidatas. En julio del 2001 abandonó el cargo, tras 21 años de presidencia y dejó su lugar a Rogge, octavo presidente de ese organismo.“Estoy personalmente entristecido por la muerte de un hombre que construyó los Juegos Olímpicos de la era moderna, un hombre que me inspiró y cuyo conocimiento del deporte era verdaderamente excepcional”, expresó Rogge en un comunicado.“Gracias a su extraordinaria visión y talento, Samaranch fue el arquitecto de un movimiento olímpico fuerte y unido. Solo puedo rendir homenaje a sus enormes logros y legado, y elogiar su devoción genuina al movimiento olímpico y sus valores”, añadió. El año pasado, en la votación realizada en Copenhague para elegir a la ciudad anfitriona de los Juegos Olímpicos del 2016, Samaranch hizo una emotiva petición a los miembros del COI para que le concedieran un último favor y eligieran a Madrid, aunque la designada finalmente fue Río de Janeiro, en Brasil.“Sé que estoy muy cerca del fin de mi tiempo”, mencionó en la presentación final de la candidatura madrileña.Nacido en Barcelona el 17 de julio de 1920, Samaranch conoció el éxito como patinador y dirigió al equipo español en su conquista del título mundial. Después hizo una carrera en la política deportiva durante la dictadura franquista y logró un puesto en el COI en 1966.Su colaboración con el dictador español, del cual fue su Delegado nacional del Deporte, siempre le generó polémica. Tras la muerte de Francisco Franco, Samaranch fue embajador en la Unión Soviética.