Luego de 11 meses de obras, el intercambiador de Carapungo, el más grande de Quito, está listo. Fue entregado oficialmente a la ciudad el pasado lunes, por parte del Municipio, para complacencia no solo de los moradores de las zonas aledañas, sino de todos quienes transitan por el lugar de manera habitual u ocasional.
La finalización de la obra coincidió con el inicio del período escolar 2016 – 2017, que suele ser caótico en términos de circulación vehicular en ciertos puntos de la ciudad, entre los cuales el extremo nororiental de Quito no era la excepción.
Gracias a su entrada en operación los tiempos de desplazamiento se redujeron notablemente en todas las intersecciones, especialmente en las que conectan con la Panamericana Norte, la av. Simón Bolívar y la calle Giovanni Calles, que son las principales arterias del sector y que hasta hace poco constituían nudos críticos para la movilidad.
El caso del intercambiador de Carapungo es emblemático para la ciudad, no solo por la solución que aporta a un problema vial de más de una década, sino también porque es una muestra de que la incomodidad temporal que experimentan los usuarios al final tiene una valiosa recompensa.