Los jugadores de la selección española de baloncesto celebran con la afición tras ganar España el Europeo 2015 al vencer por 80-63 a Lituania en la final disputada hoy en el estadio Pierre Mauroy de Lille (Francia). Juan Carlos Hidalgo / EFE
La selección española de baloncesto encontró en el Europeo un nuevo oro con el que reivindicó la existencia de un pasado glorioso, un presente exitoso y un futuro más que esperanzador que remite inevitablemente a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Por un día, el baloncesto arrebató al fútbol el escaparate principal en los periódicos y la imagen repetida fue la del equipo liderado por Pau Gasol levantando el trofeo continental tras ganar el domingo por 80-63 a Lituania en la final disputada en Lille. “Gracias”, proclamaron los diarios.
Fue lo que su capitán, Felipe Reyes, denominó como “la medalla de la fe”, un triunfo en el que solo parecían creer sus jugadores. Casi nadie, solo los optimistas más irredentos, confiaba en el éxito de un equipo que se presentó al Europeo con ausencias notables –Marc Gasol, Ricky Rubio, José Manuel Calderón o Juan Carlos Navarro– y con el recuerdo todavía vivo de la decepción del pasado Mundial, cuando, como anfitriona y siendo una de las grandes favoritas, fue eliminada por Francia en los cuartos de final.
Con dos derrotas en los tres primeros partidos del Europeo, España se jugó ante Alemania su supervivencia en el torneo y entró en las eliminatorias gracias a la ajustada victoria 77-76.
Nada hacía presagiar el exitoso desenlace, que antes de la final contó con inesperados triunfos ante Grecia y Francia. Una vez más, la España de Gasol mostró su excepcional gen ganador y se llevó el que quizá fue el triunfo más sorprendente y celebrado de toda una generación de oro que parece inagotable. Más de seis millones de espectadores siguieron el domingo la final por televisión en España, un récord para un partido de baloncesto.
“El oro en este Europeo 2015 es la mayor gesta del baloncesto nacional en toda su historia y quizá la mayor explosión de alegría por el deporte en España desde el gol de Iniesta en aquella final de Sudáfrica en 2010″, afirmó hoy el diario “Marca”.
España fue fiel a su pasado más grandioso, aquel que comenzó en 2006 con la conquista del Mundial de Japón y que posteriormente añadió otros grandes logros como dos platas olímpicas y los Europeos de 2009 y 2011. Esta vez no fue sólo el qué, sino el cómo se consiguió, con esa clase de épica que tanto gusta a los aficionados españoles, quienes celebraron como pocas vez la victoria. Un partido quedará grabado en la memoria de los hinchas españoles de baloncesto. Ocurrió en las semifinales, con Francia como rival, y el triunfo 80-75 en la prórroga después de un memorable partido de Gasol, MVP del torneo y autor de 40 puntos ante los anfitriones apoyados por más de 25 000 hinchas.
Al contrario de lo que sucede en el fútbol español, la selección de baloncesto engancha a los aficionados muy por encima de los clubes. Y en buena parte se debe a la identificación con un grupo de jugadores muy alejados del divismo y el distanciamiento que proponen los futbolistas.
Nadie creía que la selección de baloncesto pudiera tener un presente de oro y ahora los sueños se trasladan hacia los Juegos Olímpicos de Río . Cuando parecía el final de una generación dorada, jugadores como Gasol, Reyes, Rudy Fernández, Sergio Llull o Sergio Rodríguez se encargaron de reivindicar que la llama todavía arde. “Esperemos tener más momentos como estos, llenos de ilusión”, afirmó Pau Gasol ante los miles de aficionados que hoy acudieron a celebrar el éxito en Madrid. Sus palabras y su gen competitivo sugieren que, si el físico le acompaña, el jugador de los Chicago Bulls liderará con 36 años un nuevo esfuerzo de los españoles en su intento por perpetuar su gloria. Puede ser el epílogo de la época más brillante del baloncesto español, que se resiste a morir. Y de qué manera.