Jorge Bolaños inició su pretemporada en Tulcán y desde enero se entrena en Bogotá, Colombia. Foto tomada del muro de facebook del patinador.
En enero del 2007, Jorge Bolaños llegó a Bogotá, Colombia, con el propósito de adiestrarse durante seis meses con el técnico Elías del Valle. Jamás se imaginó que permanecería 11 años en esa ciudad. Es más, el mes pasado arrancó una nueva temporada y con nuevos retos.
Su buena relación con el estratega colombiano ha sido determinante. El primer semestre del 2007 lo recibió en su vivienda. Por el buen desempeño del patinador ecuatoriano, lo invitó a quedarse el resto de la temporada. “Me brindó toda su confianza y siempre creyó en mis capacidades”.
Pese a no tener el presupuesto suficiente, el 2008 volvió a Bogotá con el apoyo económico de su madre, María Villacorte. Y así se fue acostumbrando a su nueva vida. Durante seis años vivió con su técnico y luego se independizó cuando empezó a recibir el apoyo económico del Ministerio del Deporte.
Desde hace tres años comparte una vivienda con el patinador colombiano Carlos Manrique. El domicilio está ubicado cerca del parque Salitre, al noroccidente de Bogotá. La pista de entrenamiento queda a 3 kilómetros.
Dos días a la semana tienen una persona que les arregla la casa, lava la ropa y prepara los alimentos. Los otros días, ellos mismos se hacen su desayuno, mientras los almuerzos y meriendas se sirven en un lugar cercano. La dieta es estricta.
Durante su preparación con miras a un certamen específico, Bolaños no prueba carnes rojas por la demorada en su digestión, come pollo o pescado. Su objetivo más cercano constituye los Juegos Sudamericanos, programados del 26 de mayo al 8 de junio en Cochabamba, Bolivia. La pretemporada se inició en diciembre pasado, en Tulcán, con trabajos en gimnasio y en bicicleta.
Dejó los patines porque “es bueno cambiar el chip de vez en cuando”. Incluso participó en competencias de ciclismo, como el duatlón de Ibarra. Pese a no ser su especialidad estuvo en el grupo de punteros.
‘Jota’, como le dicen sus amigos, está convencido que “nunca se termina de acoplar en otro país, porque cuando uno está fuera se valora lo nuestro”. Sin embargo, se siente cómodo en Bogotá porque tiene a su novia (desde hace cuatro años) y sus amistades.
El excampeón mundial de patinaje de carreras en la prueba de 10 kilómetros ruta (China 2015) siente nostalgia al comentar que por su preparación en la capital colombiana se ha perdido matrimonios, bautizos y cumpleaños de sus familiares. “Los éxitos logrados a escala mundial son los que respaldan ese sacrificio”.
Como pocas veces, el múltiple medallista internacional compartió momentos gratos con su familia y gente identificada con el patinaje en Tulcán, entre noviembre y diciembre pasados. Incluso realizó una exposición de sus 20 años de vida deportiva.
A sus 29 años, recuerda que cuando vivía en Tulcán solía ir a misa con su madre y luego tenían un almuerzo familiar. Eso extraña de Ecuador porque ahora lo hace solo. Por eso, los fines de semana son los más difíciles y nostálgicos.
Para evitar aquello suele ir al cine, visitar los centros comerciales o salir de Bogotá. Viaja al pueblo de Sopó, un municipio del departamento de Cundinamarca. Lo hace con Salomé, una perrita que la acompaña desde hace dos años y medio.
Otro objetivo primordial de este año es el Mundial de Patinaje de Velocidad que se realizará entre el 1 y 8 de julio en Heerde, Holanda. Su meta es mantenerse como protagonista, puesto que el año pasado ganó una medalla de bronce mundial en Nanjing, China.
Previo a los Juegos Sudamericanos y al Mundial tendrá una gira europea. Durante dos semanas se entrenará y competirá en Alemania y Holanda.
‘Jota’ está consciente que puede ser su último ciclo olímpico. Por ello, su meta es dejar las pistas con la obtención de una medalla olímpica, la única que le falta. Con ansias espera la confirmación del patinaje como deporte olímpico para Tokio 2020, en maratón.