Cuando Fabián Zurita se refiere a su edad, muchos no creen que tiene 88 años. “A veces ni yo mismo me lo creo”, asegura con una carcajada. El andinista atribuye su vitalidad a una alimentación moderada y a la constante actividad física. Todavía sube montañas y acaba de publicar un libro. Lo presentará en la cima del Ilaló, el próximo domingo.
Insiste en que la tercera edad no existe y que después de los 65 años se debería hablar de la cuarta juventud. Zurita considera que el deporte es clave para tener una vida más feliz y saludable.
¿Por qué este libro?
Son mis vivencias relacionadas con tener esta edad y mantener un espíritu joven. Aconsejo cosas muy prácticas, como eso de que la salud está en el plato y en la suela del zapato. Estoy contento por lo del libro. Es un testimonio para toda la gente que aún debe convencerse de que se puede vivir a plenitud a los 80 años”.
¿Pasaron varios años para publicarlo?
Claro, la idea se me ocurrió cuando cumplí los 80. Escribía, pensaba al respecto, leía libros, revistas, pero el libro estaba a medias. Luego, me rompí el fémur en 2019, vino la pandemia, pero ya se lo pudo publicar.
No son altas filosofías, solo voy narrando mis vivencias y lo que me ha servido para estar feliz. Está escrito con sinceridad. Si este libro ha salido es porque soy libre, y la mayoría de la gente no lo es.
Cuando años atrás andaba en bicicleta se burlaban de mí, que era muy… muy viejo me decían. De eso hablo, de lo que he hecho para llegar a ser libre y vivir con plenitud la cuarta juventud.
¿Para todo eso son importantes la actividad física y el deporte?
Sí, admiro a los deportistas. Si alguien hace deporte, lo que sea, es una persona que va a estar más feliz, con mejor ánimo.
¿Le gusta el fútbol?
Me encanta el fútbol, pero no he sido hincha de ningún equipo. He sido hincha del Ecuador, de la Selección. Ahí sí sufro. Antes de la montaña estaba loco por el fútbol, porque tenía un primo que se llamaba Armando Zurita, mayor a mí con unos siete años, quien llegó a ser guardameta oficial de la Selección.
Él se inició con el Aucas. Era mi ídolo, salía en los periódicos y cuando estuve en el Colegio San Gabriel fui guardameta por imitarlo. Luego, hace 72 años, descubrí la montaña y el fútbol se acabó para mí.
¿Hubiera sido futbolista?
Era una afición, dedicarme a eso no. Además, cuando descubrí la montaña cambió todo para mí. Por eso digo que en la montaña volví a nacer. En diciembre serán 72 años de ser montañista.
¿Ve partidos de fútbol?
Si tengo la oportunidad veo algún partido, sobre todo de Europa. No me importa quién juegue, pero la técnica, la velocidad que tienen es una cosa bárbara.
Recuerdo que Pelé era una maravilla. No niego que Messi también hace unos goles maravillosos. Ronaldo es bueno, pero vanidoso. Recuerdo ese gol de Gonzalo Plata a Colombia, en eliminatorias, que es todo un arte. Yo defiendo que el fútbol también es un arte, no hay nada que hacer.
¿Alguna vez fue hincha de algún equipo?
No, nunca, pero ahora simpatizo con Independiente del Valle. Quizás es el equipo con que más simpatizo, pero no soy hincha. Admiro la capacidad de dirección de los dirigentes. Tienen esa escuela donde estudian los jugadores. Ahí están los resultados.
¿También fue atleta?
Fui atleta aficionado. Cuando tenía 45 años corrí por primera vez la Quito Últimas Noticias y me encantó. Quedé enamorado, loco. Ahí luché contra el qué dirán. En esa época era raro salir en pantalón corto por las calles de Quito. Ahora, a nadie le importa, pero antes era algo serio.
Me encantaba correr, lo hice hasta que tuve unos 70 años. Es más, puedo decir que este libro de la cuarta juventud lo empecé a escribir en mi mente cuando corría. Cuando se corre y se está bien entrenado es como estar en otro mundo. Entonces la mente se iluminaba, se me ocurrían cosas y luego las anotaba.
Quería correr una maratón, pero no llegué a hacerlo. Alguna vez llegué a los 35 km. Medias maratones sí las hice. Mi lema siempre ha sido que las verdaderas alegrías solo brotan del esfuerzo. Ahí notaba que a mayor esfuerzo estaba más feliz.
¿Qué es la montaña?
Es la maestra. Al menos para mí así ha sido. Te enseña montones de cosas, pero tienes que recibir sus mensajes con calma, no explotarla. Los verdaderos valores se aprenden en una ascensión.
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