Carla Pérez realiza sesiones de escalada en una pared que está en el patio de la casa de sus padres. Foto: Carla Pérez
Una pausa necesaria. Carla Pérez toma así la cuarentena que guarda desde la semana pasada por causa del covid-19, en su domicilio en Quito. “El año pasado estuvo lleno de viajes y proyectos, así que al final este tiempo me permite compartir con mis papás y mis hermanos”, dijo la montañista que en el 2016 coronó el monte Everest sin utilizar oxígeno artificial.
Se recupera de una lesión que sufrió en la rodilla, en diciembre pasado. En febrero tenía previsto ir al Aconcagua (Chile) y en abril ir al Everest (Nepal), pero todo se paralizó por la pandemia. “Como guía de montaña tenía que ir con dos grupos. Dejamos de recibir recursos económicos, pero no perdemos la ilusión de volver a la montaña. Estoy leyendo libros que nos hacen soñar con nuevos proyectos”.
Ella y su compañero de expedición, Esteban Mena, se entrenan como pueden. El lunes publicó un video en redes sociales, en el que, como guía, enseña técnicas de ‘rappelling’, nudos y cuerdas. “La pared de la casa de mis padres está construida de piedra, se asemeja a una pared de escalada. Le colocamos unos metales que nos permiten hacer ejercicios técnicos”.
Además, ha sido un período para comer bien y sano. “En la montaña se come lo necesario, lo que se puede llevar. Cuando bajamos, comemos lo que encontramos. Hoy tenemos tiempo para preparar nuestro alimento, sano y saludable”.
Lo que sí extraña es ir al Ruco Pichincha. Iba con su esposo pasando un día, como parte de la preparación física. “Ahora hay que ser responsable”.
Espera la finalización de esta pandemia para seguir con su proyecto de ir al Kanchenjunga, cuya cima está a 8 586 metros de altitud y se encuentra entre India y Nepal. Lo hará también sin oxígeno artificial.
En la sala o el dormitorio
Lenin Preciado, como ya no puede ir al gimnasio, se entrena en la sala o en el dormitorio. “Depende de lo que nos toque. Hacemos ejercicios de resistencia y rapidez, aunque el espacio no es muy amplio”, detalla el orense desde Machala.
“Después de cada práctica, de una hora y media o dos horas, debo limpiar bien todo, en especial el sudor, como norma contra el coronavirus”, añade el judoca, quien cuenta con la asistencia de su sobrina Noelia, también deportista.
En el 2019 se entrenó por seis meses en Japón, “fue una experiencia enriquecedora para mi carrera y mi preparación para los Juegos Olímpicos”.
Entre enero y marzo realizó una gira por Europa junto a los judocas Vanessa Chalá y Estefanía García. “Nos entrenamos en España y participamos en los Grand Prix de Francia y Alemania. Debíamos participar en Rusia, pero se suspendió. Regresamos al país a tiempo antes del cierre de los aeropuertos”, añade con alivio.
Lenin Preciado realiza ejercicios en un pequeño espacio de su casa. Foto: Lenin Preciado
En París y Alemania pudo sumar 350 puntos para el ranking de clasificación a los Juegos Olímpicos, pero no pudo llegar a instancias finales. “En París me fue mejor, pero cometí un error y perdí”, añade Preciado, de 26 años, quien pelea en la categoría de los 60 kg.
Esa participación le dejó como pedagogía corregir su técnica de agarre, “es lo que falló y estamos conscientes que debemos mejorar”.
Reconoce que iba por buen camino en su preparación física y técnica y que esta inactividad podría afectar su proyección a las próximas competencias internacionales. “Postergar los Juegos de Tokio es una medida acertada ante la crisis mundial que vivimos. Es necesario que mejoren las condiciones para volver a prepararnos y competir”.
Su calendario probablemente se alterará por los cambios que harán la Federación Internacional y las confederaciones regionales.