En el aula de clases no paraba de cantar. Cuando pintaba un tema, improvisaba una canción. Oswaldo Ibarra, conocido en el ámbito artístico como Waldo Kinck-El Troyano, estudió pintura en el Colegio de Bellas Artes, en Esmeraldas.
Mientras mezclaba los colores hacía sonidos con la boca, a ritmo de reggae. Su nombre artístico es alusivo a un virus que se propaga por todos los programas de una computadora. El artista se compara y dice que también busca que su música se reproduzca para cuestionar al sistema.
Ahora tiene 25 años. Desde hace 10 está dedicado a componer, cantar y producir música en Esmeraldas. Según el reconocido bailarín esmeraldeño, Rógger Díaz, se ha ganado el respeto de los artistas. “Es muy profesional.
Todo el tiempo está aprendiendo con la música y guía al resto de artistas que se inician”.
Waldo Kinck-El Troyano ha hecho música para salseros como Paola Plaza, Viejo Lango y José Mendoza-El Guajiro.
Ibarra creció en el barrio La Guacharaca, donde vive el séptimo atleta más veloz del mundo: Álex Quiñónez. Por esa razón compuso una canción para su amigo de barriada el último día de la competencia, en Londres. Se llama El más rápido.
“Fue un detalle chévere”, confiesa Quiñónez tras escuchar la canción. “Nos conocemos desde pequeños. Vive al frente de mi casa. La canción es pegajosa”.
La realidad social del barrio que comparten ha sido la inspiración para componer 45 canciones. Su primer disco como solista lo grabó hace dos años. Tiene 12 temas que aún suenan en las principales radios y discotecas.
El cantante Eduardo Corozo dice que la lírica y la forma cómo combina las palabras han marcado un estilo propio. “La gente lo pide y las radios lo ponen al aire”.
Adrián López, presentador del programa ‘Radio terapia’, en la emisora Sol y Mar 107.9 FM, afirma que el Troyano ‘pega’ con su música porque recoge el sentir de los jóvenes. “Además, fusiona sonidos modernos y letras que cuentan lo que pasa en las fiestas.
Una de esas canciones es Alto troyanaje. Escenifica una chica fiestera que coquetea con todo y eso ocurre en las fiestas juveniles”.
Waldo Kinck-El Troyano empezó en la agrupación Conexión Reggae en el 2002. La conformaron siete miembros. Él era el director. Desde hace cuatro años tiene su estudio en casa. Hasta ahí llegan los más destacados artistas de la región.
Vestido con un estilo rapero (zapatos de goma y ropa holgada), Waldo no pasa inadvertido entre los jóvenes colegiales.
Todos quieren tomarse una foto con él. Desde hace un año trabaja en una producción que espera le permita postularse a un Grammy. “Hace falta dinero, pero lo estamos buscando”, señala.
Admira a cantantes como Julio Jaramillo y Los Panchos. Sus canciones -asegura- lo transportan a las historias de amor interpretadas por esos artistas.
HOJA DE VIDA
Es bachiller en Artes Plásticas, en el Colegio de Bellas Artes de Esmeraldas.
Se graduó a los 17 años y es padre de un niño de 4. Lleva una década inmerso en el ambiente musical.
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