En la última embestida llegó una cornada letal que profundizó la herida. La frase taurina: ‘no hay quinto malo’ es mentira.
Quedó demostrado que en el fútbol sí hay quinto malo. Ayer, El Nacional sumó su quinta derrota ante el Deportivo Quevedo 2-1 y el entrenador español Manuel Tomé no puede lidiar con el rojo.
El DT gallego está traspapelado y ayer sus pupilos le arruinaron su cumpleaños 63. En realidad, Tomé y todo el equipo volvió a decepcionar a los 2 800 hinchas presentes en el coso del Atahualpa.
La afición llegó con la ilusión de salir con rabos, orejas y cantándole el feliz cumpleaños al DT.
Pero no hubo ovaciones ni aplausos. Pasó lo contrario. Se escucharon insultos, pifias, reclamos y se lanzaron uno que otro objeto producto de la frustración de la hinchada.
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Después de fracasar en las cuatro presentaciones anteriores, el DT español, quien intenta implantar un estilo de juego como el Real Madrid o el Barcelona (el de España, no el de Guayaquil), hizo un ensayo que terminó confundiendo a los propios jugadores.
Los rojos sabían que el Deportivo Quevedo era un rival que no saldría como toro herido a atacar. El equipo de Raúl Duarte más bien es bastante conservador, que busca hacer daño con el contragolpe.
Por eso, los puros criollos apostaron por la velocidad y la tenencia del balón. Pero lejos de rotar el balón como los clubes españoles, se enredaron en el medio campo.
Ubicar a Daniel Samaniego y Marwin Pita no sirvió para generar más ideas. Tampoco ayudó a generar desbordes con Bryan Oña y Javier Villalva por los costados.
Otra de las modificaciones fue confiar la titularidad a Édison Preciado, como delantero. Preciado no tiene el oficio de ser el goleador que habita en el área rival.
En este enredado planteamiento, la zona más frágil de los rojos fue la defensa. Jefferson Hurtado no es la ‘sombra’ de otras temporadas y no inspira ni confianza ni seguridad. Ayer jugó junto Franklin Guerra, quien no lo hizo mal, pero tampoco es su hábitat.
Los desajustes de los militares en la zaga pesaron en el amanecer del partido y en el ocaso del mismo. A los seis minutos, en la primera embestida del Quevedo, el espigado juvenil Javier Cortez definió con un cabezazo imposible de salpicar alguna culpabilidad al debutante golero Darwin Cuero, del rojo.
Fue la primera cornada que dejó mal herido a El Nacional. En el resto del primer tiempo no tuvo reacción. Estuvo como hipnotizado frente al ‘SuperDepor’.
En el segundo tiempo hubo replanteamiento en el cuadro de los puros criollos. Ingresaron Juan José Govea y Edson Montaño. Así, el equipo fue más agresivo en la ofensiva. Los últimos 25 minutos de la lidia fueron intensos.
Con Montaño como delantero, el plantel local, sin brillar en su juego colectivo, consiguió la igualdad, a los 73′. Fue con un remate frontal y en una jugada para la anécdota. La acción empezó con un choque entre el árbitro Miguel Hidalgo y Preciado, que acabó en gol.
Después de esa acción, el público local se emocionó. Hubo una jugada de fantasía al mejor el estilo del Barca, pero que Montaño la desperdició. La estocada final al Quevedo estuvo tan cerca. Pero los rojos andan con los santos y la suerte de espaldas y Tomé también.
En el último tiro libre se desbarató todo. Un centro al área criolla fue cabeceado por un conocido de esta escuela de matadores: Carlos Castro. El ‘soldado’ clavó la espada .
Así, Tomé salió otra vez mal herido y en el día de su cumpleaños. Aunque la comisión de asuntos sociales de los puros criollos también fracasó porque en el camerino rojo nadie sabía el dato.