El Twitter sirve para legalizar el discurso oficial en el Mundial

Un grupo de manifestantes participa en una protesta contra la realización del Mundial de Fútbol. Foto: EFE

Un grupo de manifestantes participa en una protesta contra la realización del Mundial de Fútbol. Foto: EFE

Un grupo de manifestantes participa en una protesta contra la realización del Mundial de Fútbol. Foto: EFE

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En Brasil, los lugareños, anuncian que el fútbol sí es un motivo para detener su ritmo cotidiano de trabajo. La selección local juega hoy, 17 de junio, su segundo encuentro contra México. 

El anuncio es que los comercios solo atenderán hasta después del mediodía, Brasil jugará a las 16:00 locales (dos menos en Ecuador). 

En las calles e incluso en las carreteras hay decenas de alegorías verde-amarillos.

En la carretera entre Brasilia y la población de Uberaba, en el estado de Minas Gerais, se veía las estaciones de servicio con banderas brasileñas. Decenas de coches, literalmente, vestidos con telas verdes y amarillas e incluso ventas ambulantes de camisetas de la Selección.

Los lugareños dan fe que así se vive siempre un juego de su equipo nacional, el Mundial es solo un pretexto para vivir su Carnaval.

Sin embargo, aún late el sentimiento de protesta en contra de este evento futbolístico. Ha habido marchas de los inconformes, especialmente en ciudades como Río de Janeiro (donde Ecuador se enfrentará a Francia) mas no han sido fuertes ni han llamado la atención de la prensa mundial.

El temor aquí era que las protestas sean tan fuertes como las de la Copa Confederaciones en el 2013 y que se cumpla la consigna de esos días “no habrá copa”.

En Brasilia no hubo novedades que reportar antes, durante o después del partido. Los capitalinos ahora viven su oportunidad de ver fútbol de alto nivel porque en Brasilia no se juega fútbol profesional.

Los comentarios de uno que otro lugareño sí apuntan a una posibilidad: si Brasil no gana la Copa, puede que la protesta se eleve. Otros se atreven a decir que hay represión para los manifestantes, pero hasta ahora eso no se ha reflejado de forma certera en los medios.

El Gobierno ha hecho su tarea para evitar la mala prensa local e internacional. Uso una de las herramientas poderosas en este torneo, las redes sociales y el hashtag #CopaDasCopas que no es más que el lema oficial.

La presidenta Dilma Rousseff aprovechó ayer para reforzar su propuesta y utilizó dos ejemplos cotidianos. En la víspera los medios contaron la historia del taxista Adilson Luiz da Cruz y de la enfermera Luzimar Nascimento, quienes encontraron unas entradas a partidos del Mundial y las devolvieron.

La actitud, en palabras (tuiteadas) de la Mandataria, demuestran que el Brasil festeja “la Copa de las Copas”.

#CopaDasCopas significa “la copa de las copas” y ha servido para seguir en portugués el Mundial desde lo deportivo hasta lo anecdótico.

El uso de Twitter de la Presidenta brasileña puede tomarse como estratégica. Las protestas del año pasado estaban conformadas por jóvenes de clase media. La crítica se debía al alto costo que significaba el torneo para Brasil (USD 11 000 millones) y el aumento en el costo de los servicios básicos. En las pequeñas manifestaciones durante el Mundial, según lo que han mostrado los medios más críticos, se ha visto represión de la Policía.

Para los extranjeros que llegan al Mundial la situación era previsible: costos altos de alojamiento, comida y transporte; pero eso era previsible. Los locales más pesimistas creen que las protestas antimundial podrían tomar otro aliento si fracasa la Selección local, ya que se impusieron altas expectativas.

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