Un partido amistoso en Bogor, Indonesia. Foto: AFP
El uso del velo islámico contrasta con la vestimenta de una futbolista, la joven Fatwa Nurjannah no oculta su alegría en medio de otras jugadoras, una generación que espera relanzar el fútbol femenino en Indonesia, un difícil desafío en este país musulmán y conservador.
“La gente me dice que una chica como yo, llevando el velo, estaría mejor en una escuela religiosa. ¡Ni hablar!”, asegura la joven de 16 años, durante una sesión de entrenamiento en una escuela de fútbol.
Nurjannah pertenece a una nueva generación de jóvenes que espera relanzar el fútbol femenino en Indonesia, una empresa complicada en un país donde el 90% de la población es musulmana y en donde el fútbol está considerado como un deporte típicamente masculino.
Para complicar más las cosas, este país del sudeste asiático fue sancionado por la FIFA reprochando la intervención del gobierno en la Federación Nacional (PSSI) , lo que significa que Indonesia no puede participar en una competición organizada por la organización mundial.
Para las mujeres, el optimismo está de vuelta en el archipiélago, en donde los directivos observan que el fútbol femenino gana en popularidad y podría recuperar su esplendor, cuando desafiaban a los mejores equipos de Asia.
El equipo nacional participó en los recientes Campeonatos del Sudeste de Asia de fútbol femenino, el primero desde 2011.
Los aficionados del fútbol femenino señalan que un número de chicas jóvenes de la clase media están empezando a jugar dispuestas a desafiar los valores tradicionales.
“Lloré cuando mi hermano me dijo que no jugara al fútbol”, contó Tugiati Jawa, de 29 años.
“Dijo que no era adecuado y que debía quedarme en la cocina y preparar la comida. Pero ahora que me gano la vida con algo que amo, me apoya”, añade.
No es deporte de mujeres
Otro gesto que muestra cómo se suavizan las actitudes tradicionales, es el del apoyo familiar a las jugadoras amateurs, de las que muchas de ellas no se separan del velo.
El padre de Nurjannah lleva a su hija a los entrenamientos todas las semanas a Yakarta. Ella no juega actualmente en ningún equipo, pero participa en los entrenamientos femeninos de esta academia de fútbol, sesiones que se dan raramente, ya que muchas se ven obligadas a entrenar con los hombres.
Pero los jóvenes talentos femenino no faltan en el cuarto país más poblado del mundo, con 250 millones de habitantes. Muchas de las mejores futbolistas son de regiones aisladas como Papúa, la provincia más oriental del archipiélago, donde la mayor parte de sus habitantes -de una etnia diferente a la de la isla de Java donde se encuentra Yakarta- son robustas y atléticas.
Los desafíos siguen siendo importantes, uno de ellos es debido al tamaño del país. Con una distancia entre los extremos equivalente a la que existe entre Londres y Nueva York, existen bastantes problemas logísticos para llevar a cabo un campeonato donde se reúnan a las mejores jugadoras del país.
Mientras que las autoridades han minimizado la suspensión por parte de la FIFA, esta decisión significa que las mujeres no tienen la oportunidad de participar en la competiciones mundiales, incluso si siguieran mejorando.
El retorno a la escena internacional en el Campeonato del Sudeste Asiático estuvo lejos de ser triunfante, el equipo indonesio fue eliminado en primera ronda tras perder 10 a 1 ante Tailandia.
Aunque algunas actitudes cambiaron de forma tímida en Indonesia en favor de una mejor educación y mayores ingresos, muchos conservadores siguen oponiéndose a la idea de ver a las mujeres jugar al fútbol.
“Hay potencial e interés, pero los hándicaps del fútbol femenino en Indonesia son la cultura y los valores” , declaró un responsable de la federación indonesia, Tommy Welly. “La gente piensa que el fútbol no es un deporte de mujeres”.