Miguel Segura en una de las conferencias de prensa cuando defendía a El Nacional. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Miguel Segura tiene tatuado en su brazo izquierdo una frase que inspira: “Con Dios todo es posible”. Por eso, pese a sus 29 años, su anhelo sigue intacto de ser convocado a la Tricolor de mayores y jugar en el extranjero.
El marcador izquierdo del Deportivo Cuenca está convencido que los momentos difíciles de su carrera deportiva los ha superado con la ayuda de Dios. Después está su madre, Justina Ordóñez, quien con entereza sorteó las adversidades económicas.
Segura se emociona cuando se refiere a su mamá. “Siempre me regañaba porque al jugar fútbol dañaba los zapatos de la escuela, pero nunca dejó de apoyarme en mi sueño de ser futbolista”. La define como una mujer humilde que supo sacarle adelante.
Su progenitora vendía empanadas y corviches de pescado en las calles de Quinindé, provincia de Esmeraldas. Luego entró a trabajar como cocinera de un hospital de esa ciudad y en la actualidad labora como enfermera. “Ella me ha dado ese ejemplo de que con esfuerzo nada es imposible”.
El ‘Chibolón’, como lo dicen sus compañeros del fútbol por su frente pronunciada, también vivió momentos difíciles fuera de la cancha por la separación de sus padres. En ese entonces tenía cinco años. “Me crié con mi padastro, quien me ayudó en lo que pudo”.
A los 10 años empezó a jugar los torneos barriales y cantonales; tres años después emigró con unos amigos a Sucumbíos. Primero jugó en un equipo de Lago Agrio y después se probó en Caribe Júnior. De allí dio el trampolín a El Nacional, en el 2008. Luego se vinculó al América de Quito y la Católica.
Siempre jugó de volante, pero el técnico argentino Jorge Célico lo cambió a marcador de punta. Se estrenó el 2010 como futbolista profesional, en el partido entre la Católica y Olmedo. “Siempre le decía a mi madre que algún día me verá jugar por televisión y aquello se hizo realidad”.
Hasta ahora, dice, sus mejores años dentro de su carrera las experimentó en Fuerza Amarilla porque allí jugó cuatro temporadas, fue capitán, marcó goles e integró el equipo que participó en la Copa Sudamericana. En el club machaleño conoció a Jhon García, quien cumplía funciones administrativas y pasó a convertirse en uno de sus referentes.
Es admirador de Ángel Gracia y del brasileño Ronaldinho Gaúcho, por sus cualidades para cobrar tiros libres. Con Gracia coincidió el 2017 en Fuerza Amarilla, quien le enseñó los secretos a la hora de ejecutar un remate con balón detenido.
Tiene un hijo de cuatro años, Miguel Ángel. A él ofrece darle todo el respaldo en caso de que se incline por el fútbol. “Como todo padre, mi anhelo es que primero se dedique a los estudios y que luego practique cualquier deporte”.
Segura, amante de ritmos musicales como la salsa y vallenato, asegura que se vinculó este año al Cuenca por su gran hinchada. Pese a las situaciones adversas que se experimentan a escala nacional y mundial, no pierde las esperanzas de sobresalir este año con la camiseta colorada. Fue titular en los cuatro primeros partidos de la LigaPro 2020.
El lateral es una persona alegre, que siempre está haciendo bromas. Le gusta irse al ataque y sueña con hacer goles: practica los cobros de tiros libre para perfeccionar la técnica.