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La probable baja por lesión de Ángel di María para la semifinal contra Holanda el miércoles, y posiblemente para una hipotética final, deja a Lionel Messi sin su lugarteniente predilecto y a Argentina sin un jugador capaz de desequilibrar por sí solo cuando la estrella del Barcelona no aparece.
“La lesión de Di María es muy costosa”, fue una de las primeras cosas que dijo el entrenador Alejandro Sabella apenas terminó el partido contra Bélgica que metió a la Albiceleste entre los cuatro mejores del Mundial tras 24 años de frustraciones.
Di María, cuyo agónico gol ante Suiza había dado a Argentina el pase a cuartos de final, se retiró lesionado a la media hora de juego contra los Diablos Rojos y se quedaría afuera de lo que resta de Brasil-2014 en caso de confirmarse un desgarro o distensión muscular.
Al jugador se lo vio pasar con ojos lagrimosos por la zona mixta al final del partido, señal de que su Mundial podría haberse terminado en Brasilia. Mientras se aguarda el parte médico oficial tras los exámenes en el búnker argentino de Cidade do Galo, cerca de Belo Horizonte, Sabella indicó el sábado que el volante tenía “una molestia en la cara interior del muslo derecho”. Sería un final cruel para el ‘Fideo’, ya que tras un inicio a media máquina se estaba convirtiendo en el lugarteniente esperado por Messi, con un gol decisivo y corridas electrizantes que abrían surcos en las defensas rivales.
La lesión se produjo justamente tras una tremenda cabalgada por la derecha ante un genial pase que le metió ‘la Pulga’ a espaldas de la defensa belga y que no terminó en la red por muy poco.