Margarita Pico alterna entre la familia, el entrenamiento del Macará, hacer guardia en el Hospital Básico de Pelileo y sus estudios de posgrado.
Desde el 2005 se aficionó por la camiseta celeste. Ese lazo de unión con el fútbol se completó en los graderíos de la general oriental del estadio Bellavista de Ambato. Con su esposo Cristian Romo y su suegro Luis Romo compartieron las alegrías y tristezas del club.
Ahora lo hace desde la banca de suplentes en los estadios del país. Desde enero es la encargada de cuidar la salud del equipo principal y de las reservas. El entrenador argentino Fabián Bustos y el presidente del club Miller Salazar aprobaron su contratación.
En cada uno de los partidos viste un grueso calentador azul, camiseta celeste, bufanda blanca y zapatos deportivos azules. En un bolso lleva gasas, vendas, pastillas, esparadrapos, dos aerosoles desinflamatorios y más.
El viernes arribó al camerino occidental del estadio Bellavista, a las 16:00. Los 16 jugadores de la Reserva esperaron el turno para ser atendidos. Danny Tenorio, delantero, fue uno de los siete chicos en indicarle que sufría un dolor muscular. “El zapato me coge y la dolencia es insoportable”, dijo Tenorio. Mientras, la cirujana vendaba el pie con un esparadrapo.
A pocos metros se encontraba el volante manabita John Jairo Angulo. El espigado jugador, de 23 años, explicó que ella los ayuda con los consejos sobre nutrición, medicamentos y pareja. “Al inicio de la temporada estuvimos recelosos al compartir el camerino con una mujer. Ahora la admiramos porque siempre nos motiva y entiende el sabor de la victoria o de la derrota”, recordó Angulo.
Su hermano Rodrigo explicó que compartir con más de 24 jugadores y cuerpo técnico de hombres no es cosa del otro mundo. El entrenador de lucha de la Federación Deportiva de Tungurahua recordó que Margarita fue parte de esta disciplina a los 9 años.
Cinco mujeres y ocho hombres formaban la selección provincial en la modalidad de lucha libre. Logró las medallas doradas en los Juegos Nacionales Absolutos desde 1987 a 1991 en los 72 kilos.
“Alternó los estudios y prácticas hasta que nos abandonó para estudiar Medicina en Quito. No pudo entrenar por egoísmo de los dirigentes de esos años”, dijo Rodrigo.
La exluchadora, de 33 años, se dedicó a tiempo completo a sus estudios superiores. En el internado del Hospital Carlos Andrade Marín de Quito siempre sacó tiempo para entrenarse.
En el 2004 fue convocada a la selección nacional y un año más tarde alcanzó la medalla de plata en los XV Juegos Bolivarianos de Pereira en Colombia.
Romo expresó que su esposa es entusiasta en las actividades deportivas y sociales. “Se convirtió en amiga, confidente y compañera. La hinchada la apoya desde las gradas y nosotros también”.
La exteniente política de la parroquia Picaihua relató que los jugadores Enrique y Pedro Gámez, Cristian Mora y Luis Carlos de Jesús le enseñaron las reglas para ingresar al terreno de juego.
Héctor Salazar, coordinador del club, mencionó que los consejos de los jugadores ayudaron para que se adaptara a la familia celeste.
Me enseñaron a llorar solo cuando te duelen el cuerpo y el alma. Si te gusta no tienes motivo para no hacerlo.
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