El matador José María Manzanares durante su faena en la Feria de la Madeleine de la ciudad francesa de Mont de Marsan (Francia), el 16 de julio. Foto: AFP
Manzanares salió a hombros después de cortar una oreja de cada uno de sus toros de Zalduendo en la primera corrida de feria celebrada en Mont de Marsan (sureste de Francia), mientras que Tomas Dufau realizo la faena más completa de la tarde y Morante no tuvo opción.
FICHA DE LA CORRIDA:
Toros de Zalduendo, cinqueños todos, bien hechos y correctos de presentación, con genio el primero; abriéndose el segundo; con genio también el tercero; apagado el cuarto; manejable el quinto y bueno el último. Todos menos los dos últimos carecieron de fondo y de fuerza. Cumplieron en varas donde se les midieron mucho.
Morante de la Puebla leves pitos y pitos. Manzanares oreja tras aviso y oreja. Tomas Dufau saludos y saludos. Casi lleno en tarde calurosa.
Con dos toros muy a contra estilo, un primero que soltaba la cara y no rompió nunca hacía adelante, y un cuarto que se apago pronto, Morante hizo todo lo posible y sus toros le duraron bastante más de la cuenta. Dejó algunos detalles en ambos, pero no se podía más.
Lo mejor de su actuación fue el “quite del perdón” que dio al último, a base de un lance, tres delantales y una media de su corte.
A Manzanares le tocaron dos toros medianos, un primero que se abría bien, sin brío pero con bondad, y un cuarto que se desplazo con algo más de vibración, pero tampoco. Dibujó dos faenas conformistas, elegantes pero muy distantes, basadas en su sólida técnica y en su facilidad para vender su estética.
La primera fue a base de muchas pausas para darle al toro el tiempo de recuperarse entre tanda y tanda, o muletazo y muletazo, y la concluyo con un recibir hacía dentro. También mató de una gran estocada el quinto, al final de una faena igual de ventajista y superficial.
El primero de Tomas Dufau fue protestado por flojo pero desarrolló una punta de genio por el pitón derecho. Lo entendió muy bien Dufau, tirando de él muy por abajo y aguantando los parones, pasándoselo muy cerca.
Faena seria sin poder alcanzar grandes metas por la condición del toro, pero suficiente para ver la progresión del torero. Un pinchazo y una media hicieron esfumarse una oreja merecida. Confirmó con creces esta grata impresión frente al último, el mejor con diferencia del lote, bueno y de embestida alegre por ambos pitones.
Metido en su faena y alentado por el público, se paso de faena en un arrimón superfluo y pincho dos veces, perdiendo esta vez dos trofeos conquistados a ley. Pero lo más importante queda la impresión que dejó, puesto que apareció como un torero de ferias, para Francia por lo menos.