La llama olímpica llegó ayer a la ciudad rusa de Sochi, dos días antes de la inauguración de los Juegos de Invierno y tras recorrer casi 65 000 kilómetros en 120 días.
La antorcha pasará aún por las manos de varias decenas de relevistas hasta que el elegido encienda en la tarde-noche del viernes el pebetero del estadio olímpico Fisht, momento culminante de la ceremonia de apertura del evento.
La llama paseará durante los próximos tres dos por las calles de Sochi, surcará a bordo de un yate las aguas del mar Negro y también ascenderá las montañas de Krásnaya en un total de 44,3 kilómetros.
Entre los relevistas que portarán la llama de los Juegos de Sochi figuran el cosmonauta Serguéi Krikaliov; el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu; o la campeona olímpica de patinaje Tatiana Navka.
Hoy le tocó el turno al legendario pertiguista ucraniano Serguéi Bubka, que fue uno de los candidatos a presidir el Comité Olímpico Internacional y que portó la antorcha por las calles del puerto de Adler.
“No es la primera vez que soy relevista de la llama olímpica. Lo he sido en todos los Juegos desde el 2000. Es un honor que nos encontremos en Sochi. (En las calles) había muchos niños con sus padres. Esa es la fuerza del movimiento olímpico“, aseguró.
En opinión de Bubka, “los Juegos de Sochi serán una fantástica y grandiosa fiesta que los aficionados rusos regalarán a todo el mundo”.
Como es habitual, la incógnita de la inauguración de los primeros Juegos Blancos que organiza este país será la identidad del deportista que encenderá el pebetero olímpico.