El jugador de la selección Argentina Lionel Messi durante un entrenamiento en Belo Horizonte, Brasil. Foto: EFE
El momento en que el árbitro terminó el partido Lionel Messi explotó de emoción. Se abrazó con sus compañeros y fue uno de los pocos que terminó en el campo de juego cantando por el logro que consiguió la selección: estar otra vez, después de 24 años, entre los cuatro mejores de un Mundial.
Su partido fue de mayor a menor. Fue determinante en el primer tiempo, con más espacios y mejor resto físico. A medida que los minutos pasaron, que Di María salió de la cancha fue perdiendo socios en el campo de juego hasta quedar sólo como único punta y desperdiciar una situación clave sobre el final del partido.
En el primer tiempo se vio lo mejor de la Pulga. En el comienzo del partido dejó mano a mano a Lavezzi, quien no pudo definir. Luego arrancó la jugada del gol en mitad de cancha, asistió a Di María y la pelota terminó en el pie derecho de Higuaín y adentro del arco. Asistió también al volante de Real Madrid en la jugada de su lesión y sobre el final desperdició un tiro libre en el borde del área tras una falta que él mismo fabricó.
En el segundo tiempo, con más espacios y un Bélgica en ataque, se dedicó más a tener la pelota que a buscar el arco rival. Probó con un tiro libre al segundo palo que Courtois sacó al córner y desperdició la última, mano a mano, en tiempo de descuento. Luego, Bélgica casi llega al empate. “Jugó un gran partido, no siempre es hacer goles, es tener la pelota”, dijo Sabella sobre la Pulga tras el triunfo. “Más allá de que haga goles o no, es muy influyente“, agregó.
Como capitán, voz de mando adentro de la cancha, hoy no se vistió de goleador pero hizo jugar a sus compañeros. Lionel Messi terminó, junto al plantel, cantando y festejando por el pase a semifinales. Ahora, a pensar en lo que ocurrirá el miércoles.
Así también ha sido el torneo del astro rosarino. En el partido ante Bosnia, el primero del grupo F, donde Argentina empezó con triunfo se camino por el torneo. En ese juego Messi pasó desapercibido en los primeros minutos pero terminó marcando el gol de la victoria.
Historia parecida fue la que ocurrió ante Irán y Nigeria, en los últimos duelos de la primera fase. Messi nuevamente tuvo que aparecer para salvar a su país. Frente a Irán, de una manera más dramática, sobre el final del juego el crack anotó el 1-0.
Ante Suiza, en los octavos de final, no fue la excepción. En un partido cerrado. Messi apareció para asisitir a Di María y sentenciar la serie a favor de los gauchos.
Así ha sido la historia de Messi en esta Copa. Empezando con poca incidencia pero teminando en cada partido como el hérore de la selección de su país que vuelve a una semifinal luego de 24 años.