José Quintero en uno de los entrenamientos de Liga de Quito. Foto: Cortesía de Liga de Quito
Pablo Repetto siempre bromea con el lateral Pedro Pablo Perlaza, por su definida musculatura en la cual resaltan los marcados abdominales. ¿Qué come usted, Perlaza?, le pregunta cada vez que el exjugador de Delfín se levanta la camiseta en las prácticas.
Con timidez, el futbolista responde lo mismo: “pescado y verde, profe. Siempre pescado y verde”. La carcajada del grupo es general.
Hay físicos como los de Perlaza que son privilegiados. “También Martínez Borja (Christian)”, recuerda el preparador físico Marcelo Cabezas, quien por estas horas, junto con su equipo de trabajo, lidera la puesta a punto de los universitarios para su retorno a la actividad en la temporada.
Este miércoles 1 de julio, Liga cumplirá dos semanas de haber vuelto a las prácticas. En esos primeros 15 días el equipo se enfocó en la recuperación aeróbica: trabajos individualizados en grandes espacios para que los jugadores recuperen las sensaciones de estar a campo abierto, tras más de dos meses de solo entrenarse en sus residencias.
“Ahora se igualaron los rendimientos físicos. Este tiempo de trabajo nos permitió equiparar el trabajo de todos, pero la readaptación tuvo de todo: desde tener que volver a acostumbrarse a la cancha grande como el aprender a ponerse nuevamente los zapatos”, relata Cabezas.
Eso fue lo que le sucedió a José ‘Choclo’ Quintero, a quien le costó ponerse el primer día los ‘pupos’. “Tuvieron que ir aflojándose con los trabajos de la semana. Era la primera vez que me sucedía algo así”.
El protocolo de entrenamientos diseñado por LigaPro establece que en los cantones que tienen semáforo amarillo, los equipos pueden trabajar en grupos de futbolistas de máximo 12 personas.
Por ello, en Liga, los 24 futbolistas profesionales trabajan en las dos canchas principales del complejo de Pomasqui. Cabezas realizó una segmentación por sectores de la cancha: defensas centrales, volantes, volantes externos, delanteros. En las prácticas enfrenta a delanteros con defensas, por ejemplo.
“No junté a un defensa con un atacante, porque su forma de correr es distinta. Era mejor hacerlos enfrentar en los ejercicios diarios”.
Aprovechando los GPS, aquella suerte de corsés que llevan los jugadores ceñidos a sus pechos, el cuerpo técnico albo recupera información importante del rendimiento de sus jugadores. En promedio, en distancia recorrida, con entrenamientos de lunes a sábado, un futbolista del cuadro albo hace un recorrido en cancha de 30 kilómetros.
Hay jugadores que trabajan con una intensidad elevada en cada ejercicio, como el ibarreño Luis Ayala, siempre destacado en los indicadores de rendimiento. A otros, como Jhojan Julio, operado a inicios de año y que recién se incorporó a las prácticas del año tras la cuarentena, las pulsaciones se le elevan con mucha rapidez, pero será cuestión de tiempo para retomar su mejor forma.
“Estamos trabajando bien e intentando ponernos a tono. Aún nos falta camino antes de que se retome el torneo, pero estoy seguro que llegaremos a los juegos, tal como el cuerpo técnico quiere”, apunta el golero Adrián Gabbarini.
Luego de haber recuperado la parte aeróbica, el cuerpo técnico empleará el inicio de esta semana para realizar evaluaciones físicas a la plantilla y determinar su real estado de forma. El siguiente paso es que los futbolistas mejoren su potencia y explosividad.
El fútbol está repleto de carreras cortas, de esprint, de cambios de ritmo y aceleración. A la par de estos trabajos, el técnico Repetto y su asistente Óscar Quagliata quieren empezar a introducir ejercicios técnicos y tácticos.
Liga quería jugar dos amistosos con Aucas, el 7 y 14 de julio, pero el plantel no recibió la autorización para estar en contacto con la delegación oriental.
Siguen a la espera de la fecha de inicio del torneo. Hasta tanto, Perlaza y sus compañeros siguen puliendo el físico.