Siento que la montaña es mi casa. Cuando ingreso a un páramo me siento en libertad. Escuchar el viento, sentir el agua, ver los amaneceres y los atardeceres me llena. Siento que tengo el mundo en mis manos cuando estoy en una cumbre. Son pequeños instantes en la vida que me hacen sentir feliz y realizada.
Siento que soy una persona libre porque puedo hacer lo que quiero y lo que me gusta, pero con responsabilidad y con respeto hacia las demás personas.
Me gusta ir a las montañas pero intento ser prudente. En el montañismo hay que ser arriesgado pero nunca ser imprudente. Un solo error puede ser el último.
En 18 años que llevo subiendo a las montañas no he tenido que lamentar accidentes míos o de las personas que me han acompañado en las excursiones. En el montañismo, en ocasiones, hay que tomar ciertos riesgos pero no se tiene que ser imprudente ni arriesgar la vida. En los páramos se tiene que tomar todo con seriedad y respeto. La montaña me gusta, me encanta. Es hermosa, pero puede ser la vida o la muerte.