La libertad dentro de la posición de dirigente debe estar enmarcada en el beneficio institucional. Como persona hay que establecer los parámetros humanos que exijan una decisión.
Para ejercer una libertad plena hay que respetar normas y reglamentos de la entidad a la que se representa. También está la parte moral, los valores, para que no se convierta en libertinaje sino en una herramienta para tomar decisiones.
Cuando se ejerce la dirigencia no existe la libertad individual porque se depende de un grupo de personas, cuya decisión es institucional. Esto difiere de la libertad que tienen los deportistas, aunque también tienen que respetar lo establecido, como reglamentos y disposiciones.
El deportista siempre debe expresar lo que siente. No todo lo que dice el entrenador, aunque se sustente en la parte técnica, es definitivo. Tiene que dar su criterio para acatar órdenes. El dirigente también debe escuchar a los deportistas y técnicos.
La libertad con respeto a las personas, incluso con divergencias, son necesarias en la sociedad.