Junior Angulo se entrena desde el año pasado con la selección de judo, en Guayaquil. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
La altura y fortaleza física de Junior Angulo le sirvió para destacarse en todos los deportes que practicó desde su niñez. El judoca no aparenta tener 19 años, debido a sus 1,80 metros de estatura y una desarrollada musculatura que justifica sus 98 kilos de peso.
Angulo jugaba fútbol, como defensa central, luego incursionó en el levantamiento de pesas y desde el 2015 se decidió por el judo. Con solo cuatro años en esta disciplina consiguió una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en -100 Kg.
“Me sentí emocionado con la medalla, no la esperaba. En la planificación técnica habíamos pronosticado un séptimo lugar, no tenía nada que perder así que entré siempre con confianza”, dijo el deportista, que fue el medallista ecuatoriano más joven en la cita limeña.
La medalla que consiguió en Lima fue su primer podio en su carrera como judoca senior. Antes de los Panamericanos competía en torneos juveniles, donde ya había logrado puestos estelares a nivel local e internacional.
Cuenta que siempre le interesó el judo, pero no practicaba la disciplina por miedo. Él se entrenaba en levantamiento de pesas, en la Liga Cantonal de Shushufindi, su ciudad natal, y veía cómo sus compañeros combatían.
Su temor principal eran las llaves. “No quería que me duerman o me estrangularan, eso me daba pavor”, cuenta entre risas el deportista oriental que de a poco hizo la transición del gimnasio al tatami.
Marco Antonio Villalta, Ruben Véliz y Santiago Toapanta fueron sus entrenadores en Sucumbíos. Ellos lo orientaron para que ingresara al judo.
“Tenía buenos resultados en pesas, siempre estuve en podios, pero no salí del país. Con el judo ya conozco Perú, Colombia, Estados Unidos, Chile… Siento que esta es mi vocación”, dijo el deportista, respecto a su presente.
Desde el año pasado se integró a los entrenamientos de la selección ecuatoriana, en Guayaquil. Por momentos extraña a sus padres y hermanos, pero reconoce que desde que está en la ciudad porteña mejoró su técnica.
Su pareja de entrenamiento es Freddy Figueroa, que también consiguió el bronce panamericano. Su compañero compite en los +100 kg, por lo que Angulo tiene una mayor exigencia durante las prácticas.
“Es difícil porque es más grande, pero eso me sirve y me da ventaja en las competencias. Al entrenarme con alguien de mayor peso, puedo manejar mejor a los rivales de mi categoría”, contó el deportista.
Está dedicado al deporte, tras culminar sus estudios de bachillerato en mecánica insdustrial. Entre sus planes está inscribirse en la universidad para estudiar comunicación social; entre risas cuenta que busca una carrera en la que no deba aprender más matemáticas.
La última vez que viajó a su casa fue en enero pasado, tenía previsto regresar este sábado. Iba a mostrar la medalla a sus familiares, que siguieron su participación en Lima a través de las transmisiones de televisión e Internet.
Tiene planificado jugar un partido de fútbol con sus primos, amigos y vecinos. A Angulo le gusta jugar como defensa central, prefiere evitar los goles. En ese puesto puede aprovechar su físico, “me gusta ir a chocar”, dijo.