El maestro del toreo Julián López ‘El Juli’, corto cinco orejas y un rabo, indultó un toro y salió a hombros ayer en Latacunga.
Un llenazo de localidades agotadas, un ambiente emotivo consolidó a la fiesta brava en el Ecuador con el triunfo colosal de la primera figura del momento.
Se lidiaron tres toros de Huagrahuasi y uno de Triana, corrido en primer lugar. El cuarto, fue indultado. Los toros fueron nobles, bravos y humilladores.
Una ceremonia emotiva y sincera para abrir plaza con entrega de placas y palabras del alcalde Rodrigo Espín, anunciando la declaratoria de la fiesta como Patrimonio Cultural Inmaterial. Toda la tarde los gritos de “¡Viva la libertad!”, “¡Viva Latacunga!” y “¡Viva Quito!”, acompañaron el festejo.
El saludo de capote de El Juli fue sensacional. Templadas verónicas y media de remate de cartel. Quite enjundioso de faroles de pie y una dosis de banderillas en todo lo alto de Calahorrano. El temple gobernó las series de muleta con la derecha. El Juli tiraba de la res que humillaba y tomaba bien los vuelos de la flámula. Dos series con la mano izquierda antecedieron a un nuevo ensayo por toreros en redondos hasta que el toro rebosaba las bambas del engaño. Remate florido. Y cuando tenía las orejas en sus manos tres pinchazos y una estocada dejaron todo sin premio.
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El segundo del torero madrileño tuvo clase y kilos, bien hecho adoleció de falta de fuerza pero el maestro lo toreó de principio a fin con total lucidez, chicuelinas en el quite y remate de media pinturera. Bien con los palos El Tortuga y Patatas. Intensas, toreras de manos bajas, las series con la mano derecha y los remates, de cartel y en cámara lenta con forzados y pases de pecho enormes. Tres cuartos de espada que derriban a la res sin puntilla. Dos orejas.
El saludo de Julián al tercero de mecidas verónicas mostró la poca fuerza del toro, con cuajo y peso. Quite florido, buen par del Patatas y una faena de sabiduría superior, de tiempo y pausas por naturales y derechazos suaves, y explosivo final de circulares y molinete rodillas.
Cuando saltó a la arena el cuarto, Localeño, de 475 kilos su transmisión por embestir cantaba cierre triunfal. El Juli lo saludó con una larga cambiada, verónicas superiores y revolera de cierre rotundo. El quite por chicuelinas, tras el medido puyazo de Hernán Tapia fue explosivo. Y El Juli recordó viejos tiempos, banderilleó en medio del clamor y se dobló con poder y ciencia en el inicio del trasteo, para conseguir una faena gigante por ambas manos que culminó en el indulto, dos orejas y rabo y la vuelta al ruedo con el ganadero y empresario José Luis Cobos la puerta grande brillante, definitiva.
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