Santiago Espín junto con sus entrenadores, Cristian Aguilar (der.) y Vinicio Mina en la pista de Los Chasquis de Quito. Foto: Carlos Augusto Rojas / EL COMERCIO
Hace seis años, cuando empezó a practicar lanzamientos en el Colegio Mejía y en Concentración Deportiva de Pichincha, Santiago Espín ya era un chico robusto, físicamente más fuerte que el resto de jóvenes de su edad. Ahora, con 20 años y dueño de la marca absoluta del lanzamiento de la bala en Ecuador, el quiteño no deja de crecer y fortalecerse.
Eso es necesario en una especialidad atlética donde prima la fuerza, además de una técnica muy particular que solo se alcanza con miles de repeticiones. “Siempre estuve en lanzamientos, una por la contextura y otra porque mi hermano mayor, Franklin, ya se entrenaba en lanzamiento de martillo. Todos mis hermanos pasaron por atletismo, vine a probarme y sigo con el mismo entrenador, Cristian Aguilar”.
Desde el inicio se especializó también en el lanzamiento del disco, pero últimamente predomina la impulsión de esa pesada bola metálica de siete kilos conocida como bala en el mundo atlético.
Con 120 kilos de peso y 1,81 metros de altura, el quiteño todavía debe aumentar su contextura muscular. Eso es necesario para tener más fuerza y continuar subiendo de nivel. Ganador de dos de los tres últimos Grand Prix sudamericanos en los que participó, en Concepción y en Santiago de Chile, reconoce que sus rivales de otros países ya saben que en Ecuador se ejercita un lanzador que buscará la marca olímpica para la cita del 2020.
Con 120 kilos de peso y 1,81 metros de altura, el quiteño Santiago Espín todavía debe aumentar su contextura muscular. Foto: Carlos Augusto Rojas / EL COMERCIO
A finales de marzo ya lanzó la bala en 17,13 metros, en una competencia en Cuenca, lo que significó un avance sustancial en su carrera deportiva. Hasta ese entonces el récord era de 16,79 metros de Juan Caicedo, de Carchi.
Sin embargo, hace dos semanas, Chile fue testigo de su mejor desempeño. “Puse 17,76 metros, mejoré bastante. En categorías menores también tengo récords, pero este es un logro grande que nos hace pensar que estamos trabajando bien. Con mis entrenadores estamos contentos”.
Espín se ejercita con Aguilar, en la parte técnica, y con Vinicio Mina en lo referente a pesas. “Mi objetivo más grande es llegar a los Juegos Olímpicos. Cada año ha aumentado la exigencia de mis entrenamientos y esa presión me ha ayudado a mejorar. Todavía tenemos mucho que hacer, pero ya estamos cerca de los mejores de Sudamérica. Con la marca que obtuve ya me van conociendo en otros países… el récord sudamericano adultos es de 21,70 de Germán Lauro, de Argentina, quien está próximo a retirarse. Tuve la fortuna de competir en dos ocasiones contra él, es muy bueno pero sobre todo es una gran persona y trata a todos por igual”.