James Rodríguez de la selección de Colombia durante el partido contra Uruguay en el estadio Maracaná. Foto: AFP
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De espaldas al arco, James Rodríguez recibió un suave cabezazo bombeado de Abel Aguilar. Se giró, y sin dejar caer la pelota, la clavó de zurda en el arco de Fernando Muslera.
La marea de camisetas amarillas estalló en las gradas del Maracaná: Colombia se hacía por fin adulta. “El mejor gol del Mundial, lejos, el que acaba de hacer James”, twitteó Radamel Falcao, la figura colombiana ausente por lesión.
“James es ese reemplazo que me estuvieron buscando durante más de 10 años”, había dicho Carlos “Pibe” Valderrama días antes de la exhibición que dio hoy el “10” del Mónaco, autor de los dos goles de su equipo en el 2-0 sobre Uruguay.
Rodríguez brilló en el estadio más mítico del fútbol mundial, aquel en el que los “charrúas” lograron la hazaña de 1950 y en el que hoy, 28 de junio, fueron literalmente bailados por su rival.
Durante 20 años Colombia penó por haberse sentido entre los grandes para descubrir casi de un sopapo que seguía siendo una selección menor.
Tuvo que ser un joven de 22 años, Rodríguez, el que la hiciera adulta en el “país del fútbol”. Los trallazos de zurda desde fuera del área son marca registrada de Rodríguez, que en 2013 fue elegido el segundo volante más ofensivo del fútbol europeo. Los mostraba ya a los 18 años en Bánfield equipo con el que fue campeón en 2009, y lo sigue haciendo hoy.
Rodríguez debutó a los 15 años como futbolista profesional en el Envigado de Colombia y en 2008 emigró a Bánfield. Allí jugaba por la banda izquierda.
Después pasó al Porto de Portugal, donde lo hizo más por la derecha, y ahora juega en el Mónaco como el clásico “10” o como media punta.
En Colombia juega por todos los sectores del medio campo, ya es, con cinco tantos, el máximo goleador de la selección en Mundiales y hasta mete goles de cabeza, como ante Costa de Marfil.
Un análisis estadístico de la FIFA determinó que Rodríguez fue el mejor jugador de la primera fase del Mundial.
El estudio tiene en cuenta, entre otras cosas, la eficacia en el remate, los pases acertados y las asistencias de gol. Ese análisis refleja lo que cualquiera ve en la cancha, que Rodríguez tiene muchos registros en el campo y no se limita a goles electrizantes.
También personalidad, porque su misión no era sencilla: su país necesitaba que en Brasil 2014 no se extrañara a Falcao.
Rodríguez y Falcao, niños que no vivieron el 5-0 de Colombia a la Argentina en 1993 en Buenos Aires. Aquella brillante exhibición de las eliminatorias pareció el momento fundacional de la selección “cafetera”, pero todo terminó en un fiasco en Estados Unidos 94, una mala actuación en Francia 98 y 16 años de ausencia de los Mundiales.
Diego Maradona, que tras la debacle de 1993 salió al rescate de su selección para clasificarla en un play-off contra Australia, cree que su compatriota José Pekerman “le ha devuelto la pelota” a Colombia, el gusto por tenerla y, con ella, mover a placer al rival.
Rodríguez dejó la cancha con las lágrimas asomándole a los ojos y entró al túnel abrazado por Pekerman. “Colombia está jugando fantásticamente bien.
Tiene a James Rodríguez, a Jackson Martínez, tiene a (Freddy) Guarín, en un bloque que juega muy bien a la pelota y se defiende bien, no le crean muchas situaciones de gol”, dijo Maradona. Así fue hoy.
A los hichas uruguayos sólo les quedó reivindicar al suspendido Luis Suárez con unos cánticos iniciales que se fueron apagando ante la evidencia: Colombia ya no está para el sopapo, sino que comienza a darlos. El viernes, en los cuartos de final en Fortaleza, Brasil dirá si los “cafeteros” son más grandes aún.