Irene Valarezo creció entre centros de rehabilitación y fisioterapeutas, que iban a diario a su casa para someterla a terapias físicas por la parálisis cerebral, que sufrió al nacer.
Irene nació en Santo Domingo, pero que se conoce al pie de la letra las calles de Quito, especialmente las del centro norte de esta ciudad.
Pero lo que hacía dio un vuelco hace ocho años cuando conoció a Luis Morán, entrenador de atletismo, quien le metió este bichito que corriera en una bicicleta adaptada.
Su historia es de persistencia, una lucha diaria con la sociedad, en la que no quieren que la miren a ella ni a las personas con discapacidades (palabra que prefiere usar) con lástima o esa trillada frase: “¡ohh, pobrecita o pobrecito!”.
El propósito en el deporte
Irene habla con naturalidad su caso, que le contó su mamá Estela Córdova. Estuvo hospitalizada 10 días porque la placenta de su mamá se reventó antes de tiempo.
El diagnóstico de parálisis cerebral no limitó sus aspiraciones que ha tenido desde que era una niña. Ha sido una lucha diaria, personal, familiar… en la que también ha sido irreverente, pero siempre llevando un norte.
Por eso es que pretende a través del deporte llegar a las miles de personas invisibilizadas para desafiarlas a ellas y a sus familias para que las incorporen desde edades tempranas y no maduras.
“Querer es poder”, ese es otro de los lemas que están impregnados en el lenguaje de Irene.
“Hay que desterrar ese no poder, que te dicen desde chiquito”, afirma Irene Valarezo.
Es consciente que en Ecuador existe una perspectiva errónea en la temática de las personas con discapacidad. Y, especialmente en la de parálisis cerebral, quienes no llegan a tener un desarrollo por carecer de oportunidades y recursos económicos en la familia.
Busca apoyo de organizaciones
Por eso quiere encontrar patrocinadores e inversores para su proyecto deportivo y llegar a miles de personas con capacidades especiales.
Ella adquirió una bicicleta adaptada para caminar e involucrarse en el ‘frame running’, que es una de la modalidad del atletismo adaptado.
Su meta es que su bicicleta especial, que le costó traerla USD 3 000, sea más económica. En Estados Unidos cuesta USD 2 000.
“Estoy viendo la manera que en Ecuador se la haga con materiales más baratos, que le cueste unos USD 200 a la persona o al estado o a las organizaciones”, afirma Irene.
Incorporar a niños, jóvenes y adultos
En su proyecto es que los niños con discapacidades la empiecen a usar desde los cinco años, que se vayan involucrando en la actividad deportiva. “Hay que implementar un proceso desde esa edad”.
A ella siempre le recomendaban que haga actividad deportiva, pero sin especificar cómo o qué hacer.
Es por eso que a los 23 años hizo la inmersión en el atletismo. Lo hizo tras hurgar en páginas de Internet y videos, intentando conocer por su cuenta experiencias en otros países.
Empezó en el atletismo. Sus padres, que viven en Santo Domingo, se opusieron. Ella era la protegida de la casa, la hija y hermana que todo el mundo estaba pendiente.
Pero poco a poco se impuso, dejó atrás los centros de rehabilitación y los fisioterapeutas. “Golpeé puertas para que me enseñen algo distinto y no los típicos movimientos de coordinación y equilibrio que son para la niñez y no para los jóvenes o adultos”.
El atletismo, la puerta de Irene
Irene Valarezo palpó que los centros de rehabilitación carecen de programas de desarrollos. “A partir que los jóvenes cumplen 15 años se olvidan de ellos y no hay enfoques de cómo mantener la vida del adulto con parálisis cerebral”.
Por eso es que llegó a pedirle a un fisioterapeuta que “quería correr y no estar encerrada”, a los 23 años.
Su primera experiencia fue en el parque La Carolina y después ingresó a la Federación de Personas con Discapacidad Física. Allí conoció a Luis Morán, entrenador de atletismo, quien ha sido su soporte en esta actividad en los últimos años. Él fue quien le sugirió el ‘frame running’, que ya se practica en Europa desde hace 31 años, la edad de Irene.
Derechos de personas con discapacidad
La vida de Irene Valarezo siempre ha estado envuelta en activismo y ese se fortaleció con el título universitario que obtuvo en Relaciones Internacionales en la Universidad Internacional, el 2017.
Pero tienen fija una meta, que es replicar esta actividad en las personas que padecen parálisis cerebral.
Su proyecto se llama Yo quiero correr y quiere replicarlo en la sociedad, pero, sobre todo, multiplicar el implemento deportivo en el país.
Su sueño es que los niños, con discapacidades intelectuales complementen su rehabilitación con actividades deportivas. “Sí es posible llevar una mejor calidad de vida”.
Eliana se ha propuesto seguir golpeando puertas, encontrar organizaciones o personas e que la quieran apoyar e impulsar una organización más formal que sea de hecho y derecho.
El plan de competencias
Irene y su entrenador son conscientes que en dos años no van a llegar las medallas. Esas se incorporarán progresivamente a medida que compitan en otros países. En Ecuador, ella es la primera que participa en esta modalidad de atletismo adaptado.
El plan es lograr la clasificación convencional en Europa, Brasil, Estados Unidos y Canadá.
Visita nuestros portales: