El festejo de los jugadores de Independiente tras anotar el gol del 1-1 ante Corinthians, el miércoles en el Atahualpa. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
La puerta del camerino sur del estadio Atahualpa se abrió y del recinto brotó un sonido estruendoso. Era un voluminoso parlante que sirvió para que Anthony Landázuri y Cristian Dájome menearan el cuerpo al ritmo de salsa choque. Sus compañeros estallaban de júbilo y risas al verlos contonearse.
Independiente del Valle acababa de hacer historia. La noche del miércoles 25 de septiembre del 2019, en el Olímpico Atahualpa, se clasificó a su segunda final internacional tras eliminar a Corinthians. Pero en el camerino también hubo espacio para nostalgia y para realizar una importante promesa grupal: el club de Sangolquí, que juega en la Serie A desde el 2010, no quiere ir a la final de la Copa Sudamericana, que se jugará en Asunción el 9 de noviembre, como un simple participante.
Sus jugadores se han juramentado ganarla, por sus familias y por su amigo Mauricio Quiñónez (+). El pasado martes, el futbolista de Independiente Juniors, filial del finalista de América, habría cumplido 19 años. En mayo, él fue asesinado en Guayaquil. Su ausencia aún es lamentada por sus compañeros, que crecieron junto a él en el complejo de Chillo Jijón.
“Este grupo está convencido de que podemos ganar la final. Es una promesa que acabamos de hacernos, por nuestras familias y por nuestro amigo Mauricio, que fue un gran campeón y que sigue siendo parte de este grupo”, sostuvo el goleador Alejandro Cabeza.
Independiente comienza a cosechar los triunfos de un proceso que empezó en el 2007 con el ascenso a la Serie B, y tres años después con su llegada a la élite del fútbol profesional. Seis de los 22 jugadores de la actual plantilla trabajan juntos desde el 2007. A esa base se fueron sumando jugadores como el golero Jorge Pinos, que vino de Técnico Universitario, y Luis Segovia, de El Nacional. Hay gente de experiencia, como Christian Pellerano, de 37 años, y Efrén Mera, de 34. Los dos son contemporáneos del entrenador Miguel Ramírez, que tiene 35.
El equipo tiene un promedio de edad de 26,2 años. Fue la plantilla más joven de las semifinales de la Copa.
El cuadro rayado jugará el 9 de noviembre la final de la Sudamericana, solo tres años después de haber disputado la instancia decisiva de la Copa Libertadores.
“Debe haber pocos casos en el mundo de equipos que aún no sean campeones nacionales y ya hayan estado tan cerca de alcanzar una copa continental. Acabamos de derrotar a un gran rival, como Corinthians, y creemos que tenemos equipo para ganarle a cualquiera en la final”, sostuvo el colombiano Dájome.
Los futbolistas y sus dirigentes tienen sustentos para creer en sus posibilidades. Los negriazules han ganado cinco de sus 10 partidos en el certamen, empataron dos y perdieron tres juegos. Solo Unión de Santa Fe, Universidad Católica de Chile e Independiente de Argentina pudieron ganarles un juego, pero se quedaron en camino en sus distintas series.
La producción ofensiva es destacada: los dirigidos por Ramírez tienen un promedio de tantos de 2,7 por partido. Cabeza es el segundo goleador de la Copa con cuatro tantos, mientras que el comandante Pellerano es el mejor habilitador de tantos del torneo: cuatro pases suyos han terminado en goles de sus compañeros. El último hizo retumbar al Atahualpa ante los brasileños.
Tras un rechazo del golero Jorge Pinos, ‘Pelle’ giró en su área y vio la posibilidad de un pase larguísimo para que John Sánchez superase la marca de Fágner y marcara el 1-1.
Pese al apretado calendario, en el equipo pretenden no priorizar la Copa al Campeonato. “Antes que pensar en la final, lo primero que debemos hacer es enfocarnos en el partido con Liga”, advierte el presidente Franklin Tello. El partido por el torneo local será el lunes, a las 19:30.
La ilusión está intacta, al igual que el ruidoso parlante que siempre está en el camerino. La plantilla alista el ‘playlist’ para la final de Asunción.