Los talentos de la Sub 14 del Independiente del Valle, tras una práctica matutina. Foto: David Paredes/ EL COMERCIO
Joan López almorzaba solo en el comedor del Independiente del Valle. Se sentía inseguro y quería volver pronto a Chone, con su mamá Narcisa Reina.
Los cazatalentos del Independiente le pusieron el ojo en el 2014, en unas pruebas en Guayaquil, y lo llevaron a la residencia del club en Sangolquí, junto a otros cuatro talentos. El golero tenía 12 años y, en sus primeros días en el lugar, también estaba inquieto porque había perdido días de clases.
Su madre y su hermana lo motivaron a que se quedara, pese a sus temores. Le dijeron que siempre había querido ser futbolista y esa era su gran oportunidad. Con los meses, se hizo amigos de otros adolescentes, que también dejaron a sus padres y sus provincias.
López, ahora con 17 años, es el tercer arquero del plantel principal. También es seleccionado titular Sub 17 y abanderado del colegio.
En el extenso complejo deportivo en Sangolquí -levantado sobre unas nueve hectáreas- también funcionan las instalaciones de la Unidad Educativa para la Formación Deportiva Integral para el Independiente.
Juveniles reciben clase de inglés. Estudian por las tardes. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
El colegio pertenece al Ministerio del Deporte y tiene ocho docentes. Todas las tardes, los profesores dan clases a 96 jugadores, de entre 12 y 18 años, que viven en la residencia. El 90% viene de provincias de fuera de Pichincha. En su mayoría son de Esmeraldas, Manabí, Guayas y Los Ríos.
Los talentos reciben alimentación, incentivos económicos y formación en valores. Las formativas se sostienen con más de USD 1 millón.
“No todos van a llegar a Primera, entonces los formamos para la vida”, expresa Ana Carolina Lara, coordinadora de Desarrollo Humano del club rayado.
Al cumplir la mayoría de edad y, si no llegan a integrarse a los planteles estelares, dejan el club. El aliciente es que se marchan con una formación integral, recalca Lara. “Nos apalancamos en el fútbol para promover la formación de valores: confianza, liderazgo, autoimagen, comunicación asertiva y creatividad”.
Los mejores firman contratos y se unen al equipo de la Reserva, el Independiente Juniors o el plantel principal.
Antes deben pasar algunos requisitos: cumplir en sus estudios y mantener los valores que inculca el club. Ese proceso, aunque en un corto tiempo de dos años, lo cumplió Alejandro Cabeza.
El delantero, de 22 años, hizo el gol que aseguró la clasificación de Independiente a la final de la Sudamericana, el miércoles. En la cancha del Atahualpa, abrió sus brazos y se le abalanzaron sus compañeros, entre ellos Steven Franco. De lejos, lesionado, lo vio el carrilero Ángelo Preciado.
Los tres se graduaron en el colegio del equipo. Ahora, ese camino lo sigue López, quien cursa el tercer año del bachillerato. “Me gustaría llegar a estar en Primera y salir del país, como lo hizo Moisés Ramírez (Real Sociedad de España)”. El arquero Stiven Plaza y Gonzalo Plata son los últimos que salieron a clubes del exterior.
Detrás de López están Leonardo Recalde y Piero Hincapié, jugadores que ya se entrenan con el plantel principal, dirigido por el entrenador español Miguel Ángel Ramírez.
Ellos practican con el equipo de Primera y juegan con la Sub 18 o la Reserva como parte de su proceso de formación, dice Iván Vásquez, director de las divisiones formativas.
El español, que asumió el cargo hace siete meses en vez de Roberto Arroyo, explica que eso les ayuda en su adaptación.
Vásquez se encarga de coordinar el trabajo de las categorías Sub 12, 14, 16, 18, Reserva y la Filial. Para ello, realiza charlas y talleres con los entrenadores de todas las categorías.
Cada una de las divisiones cuenta con un técnico, asistente, preparador físico y preparador de arqueros. Además, para todos los juveniles hay médicos y tres psicólogos.
Vásquez expresa que en el club todos los jugadores practican una idea de juego con un “modelo contrastado y marcado”. “Buscamos que sean dominadores con y sin la pelota, que sean valientes y generen un fútbol atractivo, pero también los adiestramos para otras situaciones como las disputas aéreas que les podrían ayudar si fueran a otros clubes”.
Ramiro Méndez y Cristian Novoa, en cambio, son los tutores de la residencia.