En su colección, ubicada en su cuarto, Daniel tiene más de 30 camisetas, 50 entradas de partidos, stickers, gorras… Foto: Darío López/ EL COMERCIO.
En la casa de Daniel Chávez, en Carcelén, norte de Quito, hay un santuario de Liga de Quito. Es una colección compuesta por camiseta, tiquetes, banderas, pósteres… Todas tienen una característica común: poseen el distintivo de los albos: la ‘U’.
Esta afición por el cuadro universitario fue un gusto adquirido. Algunas de las camisetas que tiene las heredó de su padre Marcelo y otras de su hermano mayor, David. Los dos le inculcaron el amor al equipo y también la importancia de atesorar.
“Nunca tuve la intención de comenzar una colección, pero de pronto empecé a guardar todas las camisetas y entradas y ahora les tengo un gran cariño. Las tengo porque son recuerdos de épocas de mi vida y momentos del equipo”, asegura Chávez, mientras acomoda una de sus camisetas.
Daniel es hincha de los albos desde pequeño. Ahora tiene 22 años y afirma ser de los seguidores que acompaña al equipo en las buenas y las malas. Aún conserva la primera camiseta del cuadro albo que le compró su papá cuando apenas tenía siete años. “Me emocioné al ponérmela”, manifiesta este hincha albo.
El cuarto del feligrés albo se convirtió en su espacio de devoción al plantel capitalino. Él asegura que su colección debería ser más grande pero que por distintos motivos algunos objetos se han extraviado. Tiene más de 100 objetos.
Una de las camisetas que guarda con mayor añoranza es aquella que su padre le dio como regalo de cumpleaños. “Cumplía 16 años, mi padre era militar y Liga llegó a la base aérea tras ganar la Libertadores 2008. Él llevó la camiseta y se coló en la llegada del equipo e hizo que la firmaran todos los jugadores. “Me sorprendí al ver el regalo, fue uno de los mejores obsequios de cumpleaños”. A esa camiseta Chávez la enmarcó y la colgó en una pared de su cuarto.
El momento más duro que ha vivido hasta ahora el fanático es la derrota contra Emelec en la final del año pasado. “Pese a que perdimos el partido de ida, yo tenía fe en los jugadores, para mí el 3-1 no era nada, estaba seguro de que Liga le daba la vuelta al marcador en Casa Blanca. Cuando el juego terminó salí del estadio llorando”, confesó.
Su madre, Germania Salgado, no es apasionada al fútbol. Ella respeta los gustos de Daniel, su padre y hermanos. “Existen días en los que llegamos tarde a reuniones de domingo, todo por ir al estadio. En otras ocasiones ella tiene planes y nosotros decimos que no podemos por ver a Liga. Con el paso del tiempo mi mamá entendió”, señaló.
El mayor anhelo de este hincha es volver a ver a su equipo pelear por títulos internacionales. Está preocupado porque el equipo perdió -tras la pausa por la Copa América- a Alexander Domínguez y Edson Puch- pero está seguro de que el equipo dará que hablar.