Los snacks entraban escondidos a la Casa de la Selección. Los jugadores llegaban a las concentraciones con fundas y bolsas de golosinas. Los camuflaban (término usado por los seleccionados) en los armarios, en los veladores, en las maletas y debajo de la cama de sus habitaciones.
Las fundas eran decomisadas en requisas y los futbolistas pedían que aunque sea les dejarán las ‘galleticas’ para picar en los horarios fuera de las comidas.
Así fue al principio de la era Reinaldo Rueda en la Tri. Tres años después y con el boleto para Brasil 2014 en la mano, el preparador físico Carlos Velasco no recuerda bien cuántas veces ni en cuántas concentraciones pescó a los futbolistas ‘infringiendo’ las normas alimenticias con comida chatarra.
Durante los tres años, en las 24 concentraciones en la Casa de la Selección, que hubo en el proceso eliminatorio, estaban prohibidas las golosinas y el consumo de gaseosas, especialmente de una. Había códigos inquebrantables.
“Me las pagaban en la pesa”, cuenta Velasco, como otra pista que él tenía para detectar a los golosos. Velasco era el encargado de vigilar las habitaciones y por eso sabía cada rincón donde se ocultaban las fundas.
Eso pasaba al principio. Luego, fue aumentando la confianza entre los jugadores y el cuerpo técnico. Se aprobaron algunas licencias. Una de esas era que los jugadores sí podían refrescarse con una cerveza. Por ejemplo, el día (sábado 12 de octubre) que llegaron a Santiago para jugar con Chile, los seleccionados pidieron tomar una cerveza en el aeropuerto. El cuerpo técnico les dio el visto bueno.
El cuerpo técnico también impuso códigos de alimentación. Estaba prohibido el consumo de mariscos 24 horas antes de un partido de eliminatorias. Sin embargo, si alguien les llevaba guatita, encocado de pescado o cualquier otro plato, la regla determinaba que este debía ser compartido con todos.
Así, se fue afianzando el grupo. Velasco se fue ganando la confianza y autorizaba que los jugadores saborearan golosinas. “Ahí es donde ya se conoce el grupo. Cuando te dicen me quiero comer una hamburguesa o tomarme una cerveza. Varias veces los jugadores querían tomarse una y lo autorizábamos”. No hubo fricciones por las reglas de la alimentación establecidas por el cuerpo técnico.
Velasco, Pedro Zape -preparador de arqueros- y la cocinera Consuelo Gonzalón elaboraban el menú diario en las concentraciones. El que daba el visto bueno final era el médico Patricio Maldonado.
Se cuidaba cada detalle. Velasco armaba la lista de distribución en las habitaciones para cada concentración. Lo hacía por afinidad. Los jugadores también sugerían, pero el ‘Míster’, como dice Velasco al DT Rueda, era el que las aprobaba.
Los ponía según las personalidades. Una vez bromeó con ‘Felipao’. Le puso un mensaje a través del Whatsapp: Felipe, no vas a concentrar con Renato (Ibarra). “Enseguida me dijo a Renatico no me lo mueva”, recuerda el caleño.
Los códigos se los fueron estableciendo en cada concentración. Jefferson Montero en una ocasión se presentó a un entrenamiento sin vendarse (uso de vendas en los tobillos). Velasco le llamó la atención. Le dijo que como un jugador que en ese entonces estaba en la “mejor Liga del mundo”, la española, no utilizaba vendas para los entrenamientos. Eso desató una serie de comentarios. El futbolista aceptó a regañadientes el halón de orejas, pero a medida que pasaron los meses se dio cuenta de la importancia de las recomendaciones. Hoy es uno de los jugadores más cercanos al preparador físico.
La convivencia de entre 12 y 15 días no fue fácil en las concentraciones. Velasco se acostaba a las 03:00. Un par de veces debió pedir a los jugadores que dejaran los juegos de cartas y vayan a descansar. El uso del celular, la televisión y las luces en las habitaciones tenían límites: 01:00.
En la puerta de la Casa de la Selección siempre había visitas. La orden para la seguridad del lugar era que solo había autorización hasta las 20:00, pero solo para familiares y amigos.
En las charlas teóricas que daba Reinaldo Rueda en la sala de audiovisuales, en el último piso, todos debían apagar los celulares. El tiempo de esta actividad era de 70 minutos. Así, con esas reglas, se fue cocinando el éxito que llevó a Ecuador a su tercer mundial.
Los mensajes
En la Casa de la Selección hay afiches colgados en tres sitios, en la que aparece los valores en un grupo de trabajo. Estos fueron puestos para que los seleccionados siempre los recuerden.
También hay afiches de los festejos de los goles que los ecuatorianos anotaron en el transcurso de la última eliminatoria mundialista.