Gonzalo Calisto estaba exultante, lleno de una inexplicable energía que le llegaba de las montañas y que le brotaba del interior. Por lo menos así fue para Lucy Vélez, su prima y una de las pocas personas que presenciaron el inicio de la travesía extrema la noche del lunes a las 23:00.
El quiteño de 33 años, ganador de una prueba de 160 km en Argentina a finales del 2012, se planteó llegar a 10 cumbres andinas, de más de 4 200 metros, en 72 horas. Una epopeya a pie de unos 225 km con el valor agregado de la altitud. Completarla en tres días es un escollo adicional a un recorrido ya de por sí fuera de lo común.
Un corredor aficionado amateur promedio se prepara al menos cuatro meses, seis días a la semana, para terminar una maratón de 42,195 km.
Para la mayoría es una de las metas máximas en el mundo del atletismo. Pero Calisto recorrerá al menos cinco veces esa distancia, que es también como irse de Quito hasta Ambato, ida y vuelta.
Antes, el arriesgado deportista que lleva apenas una maleta con una chompa, un pantalón y algo de comer, recorrió 170 km pero sin cumbres de por medio. Ahora se enfrenta al más complicado de sus retos.
Hasta la tarde de ayer, 18 de marzo, el padre de tres hijos ya había completado los Ilinizas, Norte y Sur, además de El Corazón que lo culminó pasado el mediodía. En la tarde coronó el Rumiñahui y según lo planificado atacaría la cumbre del Cotopaxi en la madrugada de hoy, 19 de marzo.
Este coloso andino, de casi 6 000 metros, es el punto más alto en el arriesgado trayecto. Por eso el ganador de La Misión 2012 (160 km), la prueba en la que impuso un récord en La Patagonia, tenía planificado descansar al menos un par de horas antes de esa cumbre.
Calisto es de aquellas personas que persiguen con dientes apretados sus sueños. “Hay poca gente que busca lo que le apasiona y ‘Gonza’ es una de ellas”, añadió ayer Mónica Crespo, su esposa y también compañera de competencias. De hecho, el domingo ganaron en la primera válida del Reto Salud, una prueba de ciclismo, atletismo y orientación en caminos montañosos.
La rubia deportista no pudo acompañarlo en la partida, pues se quedó al cuidado de sus hijos, pero está pendiente de todo lo que ocurre y confía que las montañas le permitan seguir adelante.
El clima no fue el mejor en el primer tramo de la expedición en solitario. Calisto, con su equipo de apoyo, planificó partir en estas fechas para coincidir con la luna llena. Cuando eso ocurre, generalmente, el tiempo ayuda. Pero los Ilinizas, dos cumbres emblemáticas de la serranía ecuatoriana, le recibieron nubladas y con lluvia.
En la página de Afuera Ecuador, en la red social Facebook, colgaron ayer un video en el que Calisto, en medio de la fría penumbra llora en el momento de coronar la segunda cumbre de los Ilinizas. Se conmueve porque una de sus motivaciones para este desafío es homenajear a su primo Javier Vélez, quien falleció hace un año y medio.
Ambos primos fueron compañeros de aventuras en la juventud y soñaban con llegar a las cimas más significativas de los Andes ecuatorianos y de otros países.
Si todo sale como se ha planificado y el resistente cuerpo del ecuatoriano supera las adversidades de las distancias y el agotamiento físico, él tiene planificado detener el cronómetro en el parque La Carolina, después de bajar del Pichincha, antes de las 23:00 de mañana.