El club Macará se entrena en las amplias canchas flanqueadas de árboles de pino de la empresa Holviplast, ubicada en la vía que une a Ambato con Pelileo.
Todos los días, antes de las 08:00, Gabriel Fernández llega en su flamante Ford Explorer, se cambia de ropa y saluda mostrando la palma de su mano derecha. “¡Qué tal!, ¿cómo estas?”, dice a sus compañeros.
Con Jaime Iván Kaviedes tiene un trato especial. Apenas lo ve se acerca, le palmotea la espalda y empiezan a conversar. Hablan de cómo avanza el Campeonato y de la racha del club ambateño, que la semana pasada logró su primera victoria luego de dos partidos perdidos y uno empatado.
Para Fernández, Kaviedes es un gran jugador al que se debe ayudar. Al respecto, el ‘Nine’ prefiere no dar declaraciones.
“El profesor (Víctor Marchesini) nos pide que mantengamos la calma, que tenemos que consolidarnos y conocernos más en la cancha. Pero soy temperamental y me gusta exigirme y exigir a los compañeros”, dice Fernández.
Antes de un partido, el ‘Gaby’, como le tratan, reúne a los futbolistas para orar y desearse suerte. Marchesini lo considera como uno de los líderes junto a Augusto Poroso, el capitán de Macará.
“Al igual que el ‘Flaco’ Kaviedes, Fernández se queda más tiempo entrenándose, afinando su puntería. O simplemente se quedan conversando. Fernández arenga al equipo”, dice el entrenador.
En los partidos, grita a los delanteros. Les dice “¡Oye, corré, cogé, movete!”. Roberto Mina señala que eso no le molesta. “Más bien ayuda al equipo a que juegue mejor. Es por nuestro bien”.
Los inicios futbolísticos de este volante argentino de 33 años fueron en Bragado, una ciudad de la provincia de Buenos Aires. Cuando cumplió 18 años, se fue a Francia. Es hincha de River Plate.
Llegó al fútbol ecuatoriano en 2003. Sus primeros equipos fueron el Deportivo Saquisilí y el Olmedo de Riobamba. Por pedido del DT Dragan Miranovic, el futbolista vistió las camisetas de Millonarios y Júnior.
Manolo Holguín, directivo del club, cuenta que a Fernández le encanta conversar sobre su experiencia en Colombia. “Explica cómo es la gente, los sitios que visitaba, la comida’”.
2009 fue un buen año para Fernández. Aunque Macará no logró clasificarse a la Copa Libertadores, uno de los anhelos en este equipo que tiene 71 años de creación, fue el segundo goleador del Campeonato tras Claudio Bieler, ex Liga de Quito. Metió 18 goles.
En Ambato, vive en Miraflores, uno de los más exclusivos de la ciudad, con su esposa y sus dos hijos, de los que se niega a dar los nombres. “La familia es sagrada e importante. En eso coincido con Augusto y Kaviedes, un gran tipo”, se justifica Fernández.
Es común encontrarlo paseando solo o con su paisano Juan Carlos Ferreira en el Mall de los Andes. Luego de recorrer las tiendas, toman café. Cuando camina por las calles de Ambato los hinchas lo saludan, le gritan “¡Vamos Macará!” o piden autógrafos. Con Augusto Poroso hace parrilladas.