Son casi las 10:00 en Johannesburgo y en un salón Sandton Convention Center decorado con gigantografías de cracks Adidas aparece un ex jugador que es más crack que todos los dibujados: Zinedine Zidane.
Lleva una polo negro, un jean y un par de zapatillas oscuras. Tiene casi 38 años, pero no se nota. Está incluso dos kilos más flaco que en los tiempos en los que era el más gallo de los gallitos.
Podría ya mismo saltar por encima de Leonardo para vencer a Dida (98), o podría picarle el balón a Buffón con la punta del zapato (2006). No quiere. Aquella tarde de Munich usó la cabeza para golpear a Materazzi y la boca para decir basta.
Zidane en su versión de ex jugador es un dirigente del Real Madrid, que a la vez conduce un reality con Enzo Francescoli y a la vez entrega entrevistas colectivas a pedido de su sponsor. Hoy le toca una y Zidane no parece demasiado feliz. El Zidane de hoy daría lo que fuera por no ser un modelo de promoción y sí un jugador de fútbol. Total, no tendría que responder interrogantes sobre si es el verdadero cabecilla de la rebelión francesa contra su técnico.
Ayer contestó ocho preguntas en amable francés, pero la novena, la que le hizo la TV catalana sobre el lío en la Selección francesa, sí obliga a una respuesta en español lleno de furia.
-En el vestuario francés creen que hay un ‘traidor’ que filtra información a los diarios. ¿Tú lo conoces? ¿ Lo conoces?, responde.
-No.
Yo sé tanto del tema como tú.
-¿Pero no hablas con tus ex compañeros?
“Yo no hablo con ellos hace meses. No sé quién es el traidor y tampoco creo que ellos (jugadores) lo sepan. Zidane no es golpista…
La pregunta no era gratis. Ya en el 2006 se rumoreaba que la relación entre Domenech y Zidane no era buena. Luego de aquel cabezazo a Materazzi en la final del Mundial, el técnico no consoló a ‘Zizou’, como llaman a Dizadene, sino todo lo contrario: “El error de Zidane nos manchó a todos”. Cuatro años después el pleito parece haberse reactivado.
Ni bien pisó Johannesburgo Zidane dijo: “Domenech no es entrenador”. Y agregó “Si no pone a Gourcuff perderemos fútbol”.
El diario ‘L’Equip’ publicó que Anelka no lo dijo por su cuenta. Según dicen, como cuando le daba pases, Zidane le entregó el guión contra Domenech.
El francés lo niega, pero con puro monosílabo.
A diferencia de otros reyes del fútbol moderno, Zidane no es un hábil declarante. Es más bien un timidote de reacciones explosivas que solo se pone extrovertido cuando hace hablar a la pelota.
Zidane es reservado, muy introvertido, y responde corto y preciso. A lo sumo dos líneas. Nunca un titular de tapa. O una frase de portada. Si aparece es por lo que juega, nunca por lo que dice.
Mañana cumplirá 38 años. Si la Selección de Francia hoy se despide de Sudáfrica, ‘Zizou’ preferirá no celebrar.
Han pasado 45 minutos de charla y Zidane, al igual que la final del 2006, quiere irse antes de tiempo. “Hubiera preferido hablar de fútbol”, afirma muy serio. Después de eso se va. Cumplirá 38, pero parece de 30. Es Zidane, el último rey del fútbol francés.