En el mundo del fútbol, los focos de atención están dirigidos hacia los jugadores y entrenadores. Sin embargo, hay un grupo de personas que trabaja en las sombras y cuya labor resulta indispensable para que el espectáculo sea posible: los utileros.
Su trabajo, a menudo invisible para el público, es fundamental tanto en los entrenamientos como en los partidos. Desde preparar los uniformes hasta asegurar que el equipo tenga todo lo necesario durante los encuentros, su función va mucho más allá de lo que comúnmente se ve.
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Christian se unió a Vinotinto por acomedido
Christian Chillogallo y Antonio Macías forman el equipo de utileros de Vinotinto. Ambos viven con ilusión el estreno del equipo en la Liga Pro Serie A, en la que enfrentarán a los mejores equipos del país.
Christian tiene 32, cuatro hermanos, es quiteño, se graduó como técnico eléctrico y trabaja con Vinotinto desde que estaba en la Segunda Categoría de Pichincha, por lo que vivió los ascensos a la B y a la A.
Hace unos cuatro años llegó a hacer las instalaciones de las lavadoras y secadoras cuando la institución tenía el nombre de Cuniburo.
Culminado su trabajo, se sentó a observar el entrenamiento. Si veía que un balón salía de la cancha, rápidamente corría a alcanzarlo para entregarlo a los futbolistas y aprovechaba para hacer uno que otro juego con el esférico.
Uno de los entrenadores se le acercó y lo invitó a que se una como un ayudante para estas labores, empezando con una jornada de dos horas, hasta que finalmente fue contratado para que esté a cargo de la utilería.
“Yo fui acomedido, poco a poco me fui integrando, cada día fui mejorando, me dieron más responsabilidades y me llevaban a lugares que no conocía, como el estadio de Cayambe, la Casa de la Selección o el Olímpico Atahualpa“, le cuenta a EL COMERCIO.
Se ganó la confianza del cuerpo técnico y los jugadores con su disponibilidad y conocimientos en áreas como la plomería y con la apertura para auxiliar a los jugadores en actividades como ir a una estación de servicio y cargar el combustible mientras estos entrenaban.
Christian Chillogallo en su trabajo en uno de los camerino del club en la sede ubicada en San Carlos, al norte de Quito.
Antonio, el ‘candado’ de Vinotinto
Antonio tiene 23 años, es de Babahoyo y llegó a la capital de los ecuatorianos junto a su mamá en busca de oportunidades laborales. Una tía los acogió en su casa. Su primer trabajo fue en una empresa de seguridad privada.
En el 2022 le asignaron brindar el servicio en Cuniburo. Esta función la cumplía en las noches. Al año siguiente, con el ascenso a la B, las necesidades de personal se incrementaron y se le abrió la puerta del mundo del fútbol.
“El encargado de ese tiempo me pidió que les dé una mano como utilero en el día y como guardia en la noche. Así fue como empecé y poco a poco fui avanzando hasta solo quedarme como una sola función“, comenta en la previa de empezar un nuevo entrenamiento de pretemporada en la cancha del equipo, ubicada en San Carlos, al norte de Quito.
Explica que estar vinculado a Vinotinto también es una forma de cumplir el sueño de querer ser futbolista, una profesión que califica como “dura” por todo el trabajo que hay detrás y por todos los sacrificios que hacen los futbolistas para escalar al profesionalismo.
Antonio Macías en la cancha de entrenamiento de Vinotinto en Quito.
Llegan primero y se van al último
El trabajo de Christian y Antonio arranca con unas dos horas de anticipación a la hora planificada para que lleguen el cuerpo técnico y el plantel de jugadores.
Se encargan de tener listos los implementos para los entrenamientos, como son los uniformes, chalecos, toallas, pupos, conos, estacas, colchonetas, balones, cintas, pesas o la hidratación. Todo ordenado y en el lugar que le corresponde a cada jugador, tanto en el camerino, en el gimnasio o en la cancha.
Finalizada la práctica, se encargan de recoger todo lo utilizado, lavarlo y ordenarlo para que esté completamente listo para repetir la rutina al día siguiente.
En un día de partido, la exigencia es doble. Son los primeros que llegan a un estadio con dos o hasta tres horas de anticipación. El checklist es básico para controlar que no se les olvide nada y que el equipo tenga todo a la mano para conseguir los ansiados tres puntos.
Christian Chillogallo
“Todo lo que necesitan los entrenados y los profesores, nosotros estamos pendientes para alcanzárselo. “En un entrenamiento estamos al borde de la cancha, muy atentos”, comenta Antonio.
“Dentro y fuera de la ciudad, para cualquier partido, me gusta estar con mucho tiempo de anticipación para que no nos falte nada; prefiero que nos sobre el tiempo y no los uniformes“, agrega Christian.
Pese a ello, su trabajo transcurre entre anécdotas y uno que otro descuido, como olvidarse el juego de medias en la concentración, y el tejer lazos de amistad con jugadores que vienen desde otros puntos del país y del continente en busca del sueño de mantener a esta joven institución en la máxima categoría del fútbol ecuatoriano.
Vinotinto debutó en la Serie A con un meritorio empate 0-0 con Liga de Quito en el Rodrigo Paz.
Luego, en la segunda fecha, será local en el Olímpico Atahualpa ante Macará. En la tercera jornada irá al Gonzalo Pozo para medirse contra Aucas.
Antonio Macías.
Confesionario – segunda temporada en proceso