A cuatro fechas para que se finalice la eliminatoria para la Copa del Mundo de Brasil 2014, la Tricolor debe cuidar cada detalle para no mermar a lo mejor de su potencial y uno de esos aspectos especiales será evitar las amonestaciones innecesarias.
Para el árbitro Roddy Zambrano y para el asesor arbitral Bommer Fierro, estas faltas las clasificaron como “ganarse absurdamente una tarjeta amarilla”, la cual puede condicionar a un jugador no solo en el transcurso de un partido, sino a lo largo del premundial.
“Así como los futbolistas dedican su tiempo para planificar un partido desde la parte técnica, táctica y física, se dedicarían con la misma concentración para conocer el reglamento del juego, los árbitros nos evitaríamos mostrar amonestaciones absurdas”, explicó Fierro.
El ex réferi regresó a Quito el pasado jueves, luego de haber sido designado por la FIFA como inspector arbitral en el juego entre Colombia y Perú que se disputó en el estadio de Barranquilla.
Fierro, quien se desempeña además como profesor de cultura física en el Instituto Nacional Mejía hace 25 años, contó que no solo el quitarse la camiseta para celebrar un gol sirve para ganarse una amonestación absurda, sino también las barridas, las cuales pueden ser catalogadas por un árbitro como temerarias en caso de que exista un contacto contra el rival.
“Lanzarse en carretilla (barrida) no es una manera leal de disputar un balón, ya que si hay un mal cálculo en la acción, esta puede ser juzgada por el árbitro desde un tiro libre directo si existe fuerza excesiva, hasta una tarjeta roja si el contacto fue demasiado violento”, explicó Fierro, mientras graficaba este movimiento a sus alumnos en el estadio del colegio, donde regularmente se lo encuentra.
Para Fierro, generalmente los jugadores se excusan en la frase “fui al balón y no al hombre” para deslindar responsabilidades. Sin embargo, si, por efecto de la acción se derriba al adversario, esta acción puede ser sancionada.
El ex réferi cree que las amonestaciones en el fútbol hallan su símil en la tauromaquia, ya que si el toro siente la estocada se ve disminuido en su potencial y ya no es el mismo, algo que ocurre con un futbolista que está condicionado tras una amonestación. Doce jugadores, que han participado de este proceso de la Tricolor al mando de Reinaldo Rueda, están al límite de tarjetas amarillas para lo que resta del premundial (ver infografía).
Un costoso festejo
Celebrar revoleando por los aires la camiseta les ha costado suspensiones a dos jugadores de la Tricolor. De las cuatro tarjetas amarillas que le han exhibido a Christian Benítez en esta eliminatoria, una ha sido por celebrar sin camiseta (ante Perú el 15 de noviembre de 2011 en el Atahualpa). El ‘Chucho’ fue suspendido para el juego ante Bolivia por la séptima fecha ya que fue amonestado cinco meses antes, en el partido frente a los colombianos disputado en Quito.
Felipe Caicedo ha tenido cuatro amonestaciones en el premundial rumbo a Brasil. Tres fueron por sacarse la camiseta (ante Bolivia el 7 de septiembre del 2012, con Chile el 12 de octubre del 2012, y con Paraguay 26 de marzo de 2013, todas en el Atahualpa). ‘ Felipao’ fue amonestado por cuarta ocasión en el minuto 58 del partido frente a Argentina y no jugará ante Colombia. “En esta parte final no hay que perder la cabeza”, ya advirtió Reinaldo Rueda luego de vencer a Paraguay en Quito.
Otro caso similar ocurrió con Jefferson Farfán, delantero de Perú, quien no pudo jugar frente a Bolivia en La Paz, tras despojarse de su camiseta por celebrar el gol ante Venezuela en Lima.
Esta celebración causó preocupación en Claudio Pizarro, capitán de su equipo, a quien las imágenes de televisión lo mostraban reiteradamente indagando a su banca si la ‘Foquita’ cumplió con el límite de amonestaciones. Los del Rímac igualaron 1-1 con los bolivianos y esos puntos hoy les hace falta para pelear por la clasificación.
Para el árbitro manabita Roddy Zambrano, las amonestaciones absurdas también se las gana porque el jugador no quiere cumplir con el uso adecuado de su uniforme.
“Antes de que empiece el partido, los árbitros junto al inspector designado recorremos los camerinos y solicitamos a los jugadores que no ingresen al campo de juego con anillos, cadenas ni aretes, sin embargo no cumplen y el árbitro sanciona de acuerdo al reglamento. Esas tarjetas amarillas no las sacamos de locos”, explicó.
Otro factor que detectó Zambrano como amonestación absurda, es que los jugadores usen una licra debajo de su pantaloneta y que no sea del mismo color. “Esto demora el inicio del juego y por ende se sanciona”, señaló.
Y aunque no es muy usual que un arquero sea expulsado por doble tarjeta amarilla luego de demorar el juego, Fierro y Zambrano advirtieron que el reglamento los faculta para que un arquero sea sancionado con tarjeta roja si reincide en demorar un partido.
Fierro comentó que el árbitro Carlos Vera, junto a los jueces de línea Byron Romero y Christian Lescano, al estar preclasificados para ir al Mundial de Brasil, por iniciativa propia se acercaron a la Casa de la Selección para instruir a los seleccionados en reglamentación.
Para el ex seleccionado y actual estratega de fútbol, Giovanni Mera, este es un aspecto que hay que evolucionar en la formación del futbolista ecuatoriano. “Por culpa de una tarjeta amarilla tonta, hay que incluso variar un planteamiento táctico y al hacerlo se disminuye el potencial de un equipo”, explicó.
Mera reconoció que el cuarto árbitro suele pasearse frente a la banca de alternantes con consejos para prevenir este tipo de faltas, pero sin embargo al calor del juego, los futbolistas no hacen caso de las recomendaciones.
“Las tarjetas amarillas más tontas se las gana, porque el jugador quiere mostrar su temperamento y quiere imponerse a pesar de que exista una autoridad (árbitro) en el terreno de juego”, reconoció el volante del Deportivo Quevedo, Walter Zea, quien añadió que los futbolistas por lo general no suelen controlar su euforia.
“A veces por la importancia del gol, los jugadores no sabemos cómo expresar esa alegría indescriptible, pero debemos aprender a controlarnos”, explicó.
No sirve de nada reclamar
En el partido que Ecuador disputó con Uruguay en Montevideo el 11 de septiembre del 2012, Alexander Domínguez fue amonestado al minuto 22 tras reclamar al árbitro paraguayo Carlos Amarilla por una sanción sobre Jayro Campos. Nueve meses después esa tarjeta amarilla pesaría, cuando vio su segunda amonestación después de que derribara al delantero argentino Rodrigo Palacio dentro del área, penal que cambió por gol Sergio Agüero.
“Cuando un árbitro exhibe una amonestación no tiene marcha atrás, porque si lo hace estaría cometiendo un error técnico, algo que el delegado arbitral lo va a calificar y sancionar. Por eso todo reclamo de los jugadores es innecesario y hay que respetar”, aconsejó Fierro, quien cree que en la actual Tricolor no hay nadie con el perfil de Edwin Tenorio para manejar esas situaciones álgidas que se presentan en los partidos.
“En esta Selección no hay nadie que vaya a provocar como en su tiempo fue Tenorio o el propio Enrique Vera con la Selección de Paraguay. Ambos conocían hasta dónde presionar a sus rivales. Tenorio sabía cómo manejarse al calor del partido y por eso no lo expulsaban, pero si lograba sacar de casillas a sus rivales”, añadió.
En el mundo se buscó normar las amonestaciones
Un ejemplo de expulsiones absurdas se dio a finales del 2011, cuando el jugador de la Selección de Ucrania Sub 21 Olesandr Noyok, le propinó una patada a un futbolista de Austria que el juez apenas la sancionó con tarjeta amarilla, pero enseguida Noyok pateó la pelota con el taco y esta se estrelló en el rostro de otro rival, lo cual decidió su expulsión.
Una de las molestias más notorias por los reclamos a los árbitros la hizo el estratega brasileño Vanderlei Luxemburgo al chileno Jorge Valdivia, cuando ambos coincidieron en el Palmeiras en la temporada 2008 – 2009. A ‘Luxa’ le molestó que el ‘Mago’ coleccione tarjetas amarillas por reclamos a los árbitros y las consecuentes suspensiones, debido a que su club estaba peleando frente a Gremio la posibilidad de quedarse con la corona del torneo.
Como una medida ejemplificadora, el club español Elche de la Segunda Categoría española sancionó económicamente a sus jugadores por hacerse sacar tarjetas amarillas tontas, una medida que disgustó a su entrenador, Luis García Plaza, quien argumentó que sus jugadores ingresaban condicionados al campo de juego.