Antonio Valencia es un guerrero en un campo de fútbol. Corre entre 80 y 85 minutos; pelea cada balón; asiste a sus compañeros Y con frecuencia lo hace bien; patea al arco y hace goles. Es el mejor futbolista ecuatoriano de la última generación.
Ayer volvió a jugar e hizo un gol y asistió en otros dos, después de estar un mes inactivo por una lesión en el Manchester United. Esa entrega y forma de centrar, perfeccionadas en Europa, le han dado más fortaleza al equipo inglés. Se desplazó bien por su banda, defendió y atacó. Esas cualidades fueron elogiadas, otra vez, por sus compañeros y el entrenador Álex Ferguson.
Él refleja la perseverancia, tenacidad y entrega de un deportista. Hay pocos como él. Una lesión en una de sus piernas pudo excluirlo del fútbol, pero luchó contra ella y volvió a las canchas. Ese es el Valencia que tiene que replicarse en la Selección. Esos actos son referentes para los otros seleccionados, que también se destacan en otros clubes.
El rendimiento del futbolista nacido en Sucumbíos fortalece las ambiciones del país en las eliminatorias sudamericanas, que se reanudarán en junio. Un Valencia con similares características le darán más despliegue ofensivo al planteamiento del seleccionador Reinaldo Rueda. Aquí es necesario recordar las asistencias que terminaron en goles de Christian Benítez y de Jaime Ayoví (ante Venezuela, el año pasado).