La entrada de Ecuador a la sala de embarque del aeropuerto Martín de Guemes de Salta era similar a un cortejo fúnebre. El técnico Reinaldo Rueda, los jugadores, los utileros e incluso la cocinera Consuelo Gonzalón, quien llevaba la chompa oficial del equipo, pasaron el detector de metal en absoluto silencio y en algunos casos, como los del defensa Frickson Erazo y el capitán Walter Ayoví, con la mirada en el piso.
A Rueda también se lo veía afectado. Optó por sentarse en el fondo de la sala de espera. Lo acompañaba su hija Alejandra, quien estudia periodismo en Canadá. Ella, al igual que su padre, no ha pasado buenos días en suelo argentino: llegó hace ocho días con el equipo, pero una fuerte gripe le mantuvo varias jornadas encerrada en su habitación.
Ayer la joven sostenía la mano a Rueda, quien la noche del sábado tuvo que salir escoltado del estadio salteño tras la pérdida de Ecuador ante Venezuela. Allí varias docenas de hinchas pedían a los gritos su salida.
Rueda no quiso dialogar en la sala de embarque. “Ya no hay nada más que decir, las palabras no son suficientes en este momento”, dijo levantando los brazos, antes de sentarse en una de las sillas. Además de su hija, al entrenador lo acompañaban Carlos Velasco, preparador físico, y Alexis Mendoza, el asistente.
Los jugadores tampoco quisieron hacer declaraciones públicas. El pesimismo es evidente. “Estamos muy golpeados”, le dijo a este Diario uno de los jugadores, que prefiere la reserva. Él confesó que luego del partido, en la intimidad del Sheraton Salta, los futbolistas se reunieron a hablar sobre el momento del equipo. Se aclararon algunos puntos. “Nos faltaron los goles y más concentración”, dice el jugador. “Este era un partido clave para ganar”.
El día del partido, la Tricolor salió a las 22:00 del estadio. Luego de cenar y conversar, se retiraron a sus habitaciones. Recién ayer algunos empezaron a enterarse de las repercusiones de la derrota en Ecuador y las explosivas declaraciones de Luis Chiriboga, quien en caliente, tras el partido, dijo que el rendimiento del equipo fue decepcionante.
El directivo también habló de fallas integrales del equipo. Sin embargo, en el interior de la Ecuafútbol no hay intención de remover al entrenador.
Ayer en la mañana, no hubo reacciones de los jugadores, respecto a las declaraciones de Chiriboga, quien ayer esperó hasta el final para tomar el avión que trasladó al equipo desde Salta hasta Córdoba, sin dar declaraciones.
El viaje de una hora y 30 minutos mantuvo la tónica. Mucho silencio, pocas sonrisas y un bajo perfil de parte de los miembros de la delegación. Solo Elizaga se levantó para pedir agua para su infusión de mate. Conservó su semblante serio y apenas saludó a los periodistas. En cambio, otros jugadores como Christian Noboa y Geovanny Caicedo, se dedicaron a jugar cartas.
La Tricolor llegó a Córdoba cerca del mediodía. En la tarde, el equipo tenía previsto entrenarse en el predio del club Instituto. Tiene dos días para preparar el compromiso con Brasil, en el final del grupo B. En la Tricolor están conscientes que, salvo un hecho extraordinario, esta Copa América ya es un fracaso.